LA
REVOLUCIÓN LINGÜÍSTICA
Es necesario tener en
cuenta el cambio que ocurrió en el pensar teórico a inicios del siglo XIX para
entender esta transformación, que inició una verdadera revolución al acercar la
investigación lingüística a la problemática de las ciencias naturales; la época
prerrevolucionaria tuvo una primera fase que duró hasta 1916; la segunda fase
se puede situar entre los años 1916 y 1957, periodo en que la mayor parte de
los problemas provenían de la época anterior y en el que la metodología, en sus
líneas generales, mantenía las inquietudes pretéritas: gran parte de las raíces
del estructuralismo aparecen ya en discusiones teóricas decimonónicas. A partir
de 1957, se extingue la época prerrevolucionaria, que, básicamente, se había
carcterizado por el gusto por la clasificación de elementos tomados de la
observación directa, comenzando la etapa auténticamente revolucionaria, en la
que se abandonan los intereses anteriores, los planteamientos teóricos y las
metodologías en desuso, y el investigador, de acuerdo con las modernas teorías
de la ciencia, se interesa por la construcción de modelos de funcionamiento y
predicción.
El Romanticismo
Históricamente generó una
fuerte atracción por los temas de oriente, además de los temas exóticos. Esta
atracción ha sido ampliamente recompensada con descubrimientos y estudios
renombrados: el desciframiento de la escritura jeroglífica egipcia, en el año 1822;
los análisis de los manuscritos medievales, los estudios de formas poéticas
populares (el romance) y por las primeras investigaciones sobre el sánscrito,
básicas para desarrollar la teoría lingüística a la postre. Gracias al
movimiento romántico también se deben los planteamientos que llegan hasta la
actualidad; así como identificar la lengua como expresión más característica de
la cultura y del alma de una nación, y la conexión que se forja entre la
historia espiritual y la historia lingüística de los pueblos.
El positivismo
Demasiadas investigaciones
lingüísticas decimonónicas dependieron de fundamentos teóricas generales de las
ciencias del momento; esencialmente, de la necesidad de predecir, que toda
ciencia debe tener y sobretodo de la búsqueda de leyes generales.
Los especialistas tomaron
apoyo casi totalmente en las teorías y métodos usados por las ciencias
naturales y, a la postre, asumieron como apoyo filosófico el positivismo. El
danés Rasmus K. Rask -1787- 1832-, en su intento por formar una clasificación
sistemática de las lenguas naturales, citó a Karl Von Linne (1707-1778), que
fue citado también por A. Schleicher (1821-1868), quien menciona así mismo los
trabajos de anatomía comparada de George Cuvier (1769-1832). Tal vez una de las
más notables influencias provenga de las publicaciones del geólogo británico
Ch. Lyell (1797-1875). En la historia de los problemas linguisticos se han
exagerado con frecuencia esas influencias, o, lo que es peor, se han creado
confusiones y graves inexactitudes históricas.
Al considerar el lenguaje
como un objetode la Naturaleza, los lingüistas se encontraron
enfrentados con varios problemas importantísimos:
-La lengua es un organismo
que puede sufrir evoluciones y cambios
-Una lengua, como los
objetos de las ciencias naturales, presenta una estructura o sistema que habrá
que estudiar tanto en relación con los otros objetos similares como en función
de su constitución interna
-La lengua, al ser un
objeto natural, debe ser examinada con las mismas consideraciones teóricas y
prácticas que un mineral, una planta o un animal, de donde arranca la
observación minuciosa y directa de las lenguas.
Aquellas consideraciones
en general sirvieron definitivamente para la evolución posterior de la teoría,
es decir, la valoración de la lengua como un organismo o sistema; donde
Saussure experimentó una nueva formulación de planteamiento, y a la vez el uso
del método del empirismo en la investigación.
El sánscrito y el método comparativo
En Europa ya se tenían
noticias sobre la existencia de la lengua sánscrita, pero nadie observó su
posible parentesco con lenguas como el griego o latín. A partir del siglo XIX,
se comenzaría a investigar esa relación, para tratar de clasificar las lenguas
con un criterio científico, sobre todo en las estructuras gramaticales.
El sánscrito, es una
antigua lengua sagrada y literaria proveniente de la India, mantuvo una
gloriosa tradición gramatical, ya que los himnos de los vedas debían ser
recitados conservando la pronunciación exacta. Esta tradición gramatical se
basó en muchas reglas, más de 4 000, de tipo fonético y de
formación morfológica, además de una lista de raíces. El
descubrimiento de estas gramáticas fue importante para los trabajos
ulteriores, no sólo por ser textos fundamentales que servían al estudio de los
manuscritos sánscritos, sino también porque los investigadores
occidentales pudieron descubrir nuevas técnicas de descripción del lenguaje,
que, por cierto, se encontraban muy alejadas de la tradición grecolatina y mostraban
una gran atención a la estructura formal de la lengua y a su descripción
exacta. Descubrir el sánscrito permitiría comparar el latín y el griego
con dicha lengua milenaria, con la increíblemente tenían semejanzas.
El método científico de comparar no fue exclusivo de
la lingüística en la primera mitad del siglo XIX, más bien estaba
precedido por los trabajos sobre la literatura o también la historia del
pensamiento religioso. La cátedra de literatura comparada, en el Collége
de France, sucedió treinta años antes de la fundación de la gramática comparada.
Dicho término; término
de gramática comparada, para indicar este tipo de estudios, parece
provenir del investigador alemán Friederich von Schlegel -1772-1829-, quien había
escrito que esta clase de trabajos «proporcionará soluciones completamente
nuevas acerca de la genealogía de las lenguas, de la misma manera que la
anatomía comparada ha arrojado luz sobre la historia natural de los
organismos superiores.
Desde sus inicios, los
estudios basados en el método de la comparación evadieron el estudio del
léxico y se centraron en las investigaciones de los
sistemas morfológico y fonético, estos se consideraban más seguros y
firmes, ya que era conocida toda la problemática que plantea el fenómeno de
los préstamos léxicos. Dos lenguas en contacto, pero no emparentadas
genéticamente, pueden intercambiar una parte de su vocabulario mediante una serie
de procesos históricos -el influjo de las lenguas eslavas en el rumano, por
ejemplo, o el del árabe en las lenguas del sudeste de Europa- pero es muy
difícil, aunque no imposible, que presenten un elevado número de afinidades en
sus estructuras morfológicas.
Los investigadores de la
primera mitad del siglo XIX fueron estableciendo las relaciones de las lenguas
indoeuropeas y comenzaron los estudios especializados sobre grupos de lenguas
emparentadas.
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