Sobre los jalones que delimitan ese periodo llamado algunas veces "oscuro" de la Edad Media existen muy diferentes criterios. Más acuerdo hay sobre los comienzos que sobre los finales. La edad Media se iniciaría así con las primeras invasiones germánicas y la consiguiente caída del Imperio romano de Occidente en el siglo V (hacia 476). En cambio, sus postrimerías se sitúan generalmente en torno a tres diferentes acontecimientos trascendentales: la caída de Constantinopla (actual Estambul) bajo el poder de los turcos en 1453, el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492 o los comienzos del movimiento de la Reforma en 1517.
Dada su extensión en el tiempo, suele hablarse una Alta Edad Media -que se caracteriza por la aparición del feudalismo- y de una Baja Edad Media, que tendría sus inicios en el siglo XI. Otros historiadores la presentan, así mismo, como un continuum, esto es sin solución de continuidad. Lo cierto es que tras las invasiones de los bárbaros surgió en Occidente una nueva sociedad, con una nueva aristocrafia y una nueva élite cultural, pero hasta que no cristalizó esta nueva sociedad descendió la cultura en general a un nivel bajísimo y permaneció largo tiempo improductiva, salvo aisladas excepciones o sobrevivió en los monasterios.
CARLOMAGNO (768 - 814)
Con la coronación de Carlomagno parecen producirse los primero síntomas de un renacer cultural, centrado concretamente en Aix-la Chapelle. Allí estuvieron un tiempo reunidos una academia literaria, un taller de artistas instalado en palacio y los mejores eruditos e investigadores de la época.
Sin embargo, la literatura de Roma se consideraba como una colección o muestrario de modelos de buen estilo latino y estudiaba con el principal objetivo de adquirir una determinada práctica en el uso de la lengua oficial. Ahora bien, la existencia de unos rasgos comunes en el campo de la cultura y de la literatura nos invitan a considerarlos reflejados individualmente en cada uno de los países que constituyen Occidente, tomando como punto de partida las obras que hasta donde cabe remontarse posibilitan el hablar de literatura originaria, autóctona.
Con la Alta Edad Media y la implantación del sistema feudal, tuvo lugar un fenómenos calificado de "ruralización de la cultura", surgió una aristocracia feudal y cobraron gran importancia las rutas de las peregrinaciones. Si en el mundo antiguo el popular se inclinaba hacia los héroes y mitos, en la Alta Edad Media fueron los protagonistas los santos (cultivo de la hagiografía, o historia de las vidas de los santos) y héroes (predominio de la épica), sin rastros visibles del tratamiento sentimental de la emoción amorosa, que no aparecerá hasta generarse la literatura caballeresca, ya en los umbrales de la literatura burguesa.
Coronación de Carlomagno.
LA ÉPICA Y EL JUGLAR
En el mundo romántico medieval el juglar, que sucede a los cantores de la corte de los siglos VIII y IX, en el transmisor oral de piezas literarias -textos, letras- en recitado o cantado y acompañado a menudo de instrumentos musicales. La actitud hostil de la clerecía, la decadencia de las pequeñas cortes y la competencia de los mismos determinaron la extinción del cantor cortesano, gradualmente reemplazado por el juglar vagabundo.
El término juglar data de mediados del silo XI con la voz juglar se asocian las de albardán, bufón, mimo, ministril y goliardo, entre otras. Gracias a los juglares las obras literarias, anónimas o de autor desconocido, llegaban al público, al que en gran parte le estaba vedada su lectura. Y le estaba vedada no sólo a causa del analfabetismo entonces imperante, sino también por la rareza y el elevado coste del libro manuscrito.
Juglares de la Edad Media
El juglar de gestas (es decir, hecho gloriosos, sobre todo en acciones de guerra) tenía a su cargo la recitación de obras muy extensas, debía tener una buena memoria, y facilidad de improvisación. Por otro lado, no tenía que ser por fuerza un experto músico, pues la mlodía de las tiradas narrativas era monótona y bien sencilla. En el mundo germánico, ya en el siglo V, existían poemas sobre la muerte de personajes heroicos y puede decirse que en su seno florecen las primeras manifestaciones de una épica medieval.
LA ÉPICA GERMÁNICA
Ya Tácito, en su Germania, había registrado la presencia de cantos o cantares heroicos entre los germanos, que se dirigían al combate entonándolos. En el siglo V existían ya poemas sobre la muerte del rey de los ostrogodos Hermanarico, en 375, que constituyó un gran imperio entre el mar Negro y el Báltico.
De los temas del desastre de los burgundios y la leyenda de Hilda y de Brunilda nos han llegado noticias a través de la recopilación islandesa de los Edda (nombre de las dos recopilaciones más antiguas que se conocen de la literatura islandesa) y de las famosas sagas escandinavas.
El primer tertimonio escrito de la épica germánica es el Hildebrandsiel (Cantar de Hildebrando), del siglo VII, que forma parte de un ciclo de leyendas y poemas surgidos en torno al rey Teodorico el Grande, que reinó sobre los ostrogodos entre 476 y 526.
Teodorico el Grande.
La incorporación de temas cristianos a la epopeya germánica se inició a partir del siglo XI con el poema Heliand (El Salvador), entre 822 y 840, además del Muspilli y de la Oración de Wessobrunn, obras escritas en el verso aliterado germánico. Paralelamente a esta producción cuyo carácter épico se va dulcificando, hay una literatura religiosa que tiene sus centros de creación en el monasterio de Fulda, presidido por la figura de Rabano Mauro, de donde sale hacia 830 la Harmonía de los Evangelios según Taciano, y en el convento alsacino de Weisenburg. En éste compuso el monje de Fulda Otfrid (el primer autor alemán de nombre conocido) otra versión, si bien rimada, de la Harmonía de los Evangelios.
En los siglos X y XI desapareció el alemán de los pergaminos y se impuso el latín (renacimiento otónida) Unica excepción: Notker de Sankt Gallen, que tradujo al alemán los salmos, a Aristóteles y Boecio. El espíritu de renovación de Cluny (1060-1170)dio luego vigencia a una literatura predominantemente edificante. Hubo, así mismo una épica profana de la que existen muestras en torno a los años 1130 y 1170.
El cantar de los nibelungos
Los temas históricos inspiran otros poemas épicos como el Cantar de Alejandro (Alexanderlied), de 1150, obra de un clérigo de nombre Lampredcht; el Parzíval (hacia 1200-1210), de Wolfram von Eschenbach, muerto después de 1220 y el Tristan un Isolde, de Gttfried von Strassburg, inspirados ambos en la épica francesa. Otro poeta tan importante como los últimos es Hartmann von Aue (hacia 1165- hacia 1215) autor de Erec (hacia 1185) y de Iwein (hacia 1201).
La tradición germánica genuida reaparece con el poema titulado Cantar de los nibelungos (Niebelungelied), entre 1200 y 1205, obra anónima en la que se juntan las leyendas de Sigfrido, Brunilda y el desastre los burgundios en la corte del rey Etzel (Atila). Otra leyenda, la de Hilda y Hagen, es refundida ampliamente en el Cantar de Gudrum (Gudrunlied) datado entre 1230 y 1240. Otros poemas posteriores de menos importancia, retoman primitivo material legendario germánico.
Sigfrido
LA ÉPICA ESCANDINAVA
Islandia
Con el nombre de Edda suelen designarse las dos recopilaciones más antiguas de la literatura islandesa: la Antigua Edda, o Edda poética, y la Nueva Edda, o Edda prosaica. Recibieron este nombre del erudito islandés Brynjolf Sweinsson en el siglo XVII. La primera Edda, transmitida por tradición oral, fue transcrita hacia 1270, y en ella se narra la vida de algunos dioses y héroes. La segunda Edda, en cambio, no es sino una especie de arte poética (dividida en tres partes) que hacia 1220 redactó Snorri Sturluson, erudito y poeta que nació al rededor de 1178 y murió asesinado en 1241.
El ciclo temático de las composiciones heroicas la Antigua Edda guarda una estrecha relación con el que inspirará en la épica germánica el contenido del Cantar de los Nibelungos: sus raíces se remontan a las mitologías germánica y escandinava. Unos de sus más célebres poemas es el titulado Voluspá (La visión de sibila).
Noruega
Al mismo tiempo que en Islandia se producía la poesía de las Eddas, de la Antigua Edda más específicamente, en Noruega, entre los siglos X y XIII, florecía la poesía de los escaldos, poetas conscientes de estar haciendo literatura y que hacia el año 1000 desplazaron a los thulir o recitadores anónimos. El permanente trasvase entre Noruega e Islandia produjo, en el siglo X un género de epopeya en prosa que se ha bautizado "saga".
"Saga", biografías con diálogos y aliteraciones, con genealogías y recuentos de litigios y peleas, es una palabra relaciona con el verbo alemán sagen que significa "referir", y con el inglés to say que equivale a "decir". Estas sagas las fueron fijando en su molde narrativo las rapsodas o recitadores orales y en ellas se pretendía referir hechos reales, transmitir una crónica objetiva de hechos históricos lo más impersonalmente posible.
Los escandinavos crearon géneros como la cantilena épica, el panegírico o canción de alabanza (que nominaba drapa), los conjuros, etcétera, en contraste con la creciente complejidad del lenguaje poético de los escaldos, que rivalizaron en el empleo o invención de las kenningar (plural de kenning, un nombre técnico que podría parangonarse con el de metáfora, figura en general).
Entre los títulos que nos han llegado de la primitiva literatura escandinava (lo que los ingleses denominan Old Norse, Old Scandinavian) cabe citar los de la Saga de Gunlaug Lengua de Serpiente (Gunlaug fue un poeta satírico que se prodigó en Noruega y en Inglaterra), la saga de Egil (Egil fue el más ilustre de los poetas precristiano), el Libro de los Reyes –del historiador Arti Thorgilsson (1067-1148) quizá más famoso por su Libro de Establecimiento– y la Gesta danorum, del poeta danés del siglo XII Saxo Gramático. De una gran riqueza, con difíciles problemas de interpretación, la literatura escandinava de esta época y más particularmente la islandesa, ocupa en cierta manera un lugar similar al de la literatura o literaturas célticas en el marco de la literatura occidental.
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