jueves, 22 de febrero de 2018

7 LITERATURA GRECOLATINA: PERIODO GRECORROMANO I

En 146 antes de Cristo Grecia pasó a ser provincia romana, aunque a través de su cultura ejerció un fuerte influjo entre sus conquistadores, y Atenas, entre Romas y Alejandría, recobró entonces algo de su perdido prestigio. 

Sin embargo, Roma no tardaría en imponerse a través del progresivo enriquecimiento de la biblioteca griega que proyectó Julio César y fundó luego Octavio Augusto. En muchos aspectos, la literatura latina es deudora de la griega y a la consolidación del Imperio coadyuvaron numerosos autores griegos. 

De la época de la República data la historia que de la conquista romana hizo Polobio (Historias, obra que constaba de cuarenta libros y de la que sólo una tercera parte se ha conservado). Diestro compilador fue Diodoro sículo (Biblioteca histórica). A la época del imperio se adscriben a los nombres de Dioniso de Halicarnaso, Estrabón (Geografía), Flavio Josefo (Historia de la guerra judía) y Arriano, entre otros.

Prolijo enumerador de monumentos fue el frigio Pausanias y biógrafo de filósofos Diógenes Laercio. A Ptolomeo se debe una Geografía varias veces impresa en el siglo XVI, además del famoso Almagesto (obra astronómica y matemática), y a Longino el tratado De lo sublime.

Imaginación desbordante muestra la narrativa de la época: Arístides de Mileto (recopilador de los Cuentos o fábulas milesios), Heliodoro (Las etiópicas) y Longo (Dafnis y Cloe, genuino poema en prosa de ambiente bucólico). 


PERIODO GRECORROMANO: DE LA NOVELÍSTICA A LA LITERATURA BIZANTINA 

De finales del periodo grecorromano datan las obras del polígrafo Plutarco (m. después de 119) y del autor satírico Luciano de Samosata (m. después de 180). 

Plutarco redaactó variados textos morales y unas célebres Vidas paralelas, donde a la vida de un griego ilustre contrapone la de un romano igualmente ilustre (Demóstenes se contrapone a Cicerón, Alejandro Magno a Julio César, etcétera), justificando  el paralelismo enun sucinto preámbulo. Obra que disfrutó largo tiempo de una gran popularidad y que inspiró, entre otros a, Shakespeare y al francés Corneille. 



Luciano de Samosata 

Sofista y retor o logógrafo, Luciano de Samosata se mostró enemigo de unos y otros y con espíritu eminentemente satírico dirigió sus pullas contra todo aquello que le parecía iba contra la razón y el buen sentido. En cortos textos condensa la agudeza e imaginación: Elogio de la mosca, Pleito entre consonantes, Cómo se ha de escribir la historia, etc. 

Un sarcástico espíritu crítico inspira los treinta Diálogos de los muertos y el afán de evasión le dicta la Verdadera historia (en dos libros), donde recoge y exagera una serie de motivos fabulosos ya conocidos, llevándonos hasta el mare ignotum de la antiguedad,  el Atlántico, "acogedor de monstruos, torbellinos y tierras inexploradas", y la Isla de los Sueños (lugar ya citado por Homero y Hesíodo) De "bazar de cuentos de terror" se ha calificado otra de sus obras: Filopseudes o el Amigo de las mentiras.

Por su cáustico racionalismo y mordacidad crítica se ha comparado muchas veces a Luciano con Voltaire. También abundan las peripecias en Quéreas y Calírroe de Caritón, y en Efesíacas de Jenofone de Efeso. 


La antología palatina 

La prosa predomina durante largo tiempo durante largo tiempo sobre el verso y poetas menores son Brabio, versificador de las fábulas de Esopo (siglo VI antes de Cristo), Opiano el egipcio Nono y Museo, autor del epigrama Hero y Leandro. 

El epigrama aparece como el género predilecto a todo lo largo del periodo helenístico y del grecorromano según lo atestigua la Antología Palatina (hacia 930 después de Cristo), recopilación a la que contribuyeron Agatías y C. Céfalas y cuyo nombre deriva del hecho de haberse conservado en un manuscrito único de la Biblioteca Palatina de Heidelberg. De 1301 data la ampliación que de ella hizo Máximo Planudas.

Ultima etapa de la evolución de la literatura griega la denominada época bizantina presenta un gradual proceso de amaneramiento y dilentatismo y sólo algunos nombres como los de Jorge de Pisidia y Romanos Melodos se han salvado del olvido.



ROMA: LITERATURA LATINA PAGANA 

Del origen de Roma no se tienen datos ciertos. Lo que sí parece indiscutible es el hecho de que la Roma primitva no fue sino el resultado de la mezcla de tres pueblos arios: latinos, sabinos y etruscos. La necesidad de expansionarse corre unida a su fundación: la meta de forjar un imperio la expresó Virgilio en su célebre verso: Tu regere imperio populos, Romanem memento ("Roma, recuerda que tú has de regir los pueblos por el imperio"). En función de esta idea imperial. Roma elaboró una cultura que, a diferencia de la de los griegos, no brotó en forma espontánea. Sin embargo, fue en gran parte herencia de Grecia, transmitida originariamente a través del contacto próximo de Etruria y más tarde del de Sicilia, habitada por griegos y ocupada por los romanos tras la primera guerra púnica.

Esta influencia adquiere ya perfil definitivo con la conquista de la misma Grecia, que pasó a convertirse en provincia romana el año 142 antes de Cristo. En palabras de Horacio "Grecia cautiva cautivó a su fiero vencedor". Imitaciones y traducciones fueron vehículo de la penetración helénica dentro del contexto de la literatura latina.

Por otro lado la lengua latina, que carecía en principio de flexibilidad y de riqueza de formas, fue paulatinamente transformándose, por obra de los escritores, en una lengua ya genuinamente literaria, con unas características muy propias (concisión, rotundidad, etcétera) en convivencia con un latín popular del que se derivarían luego las lenguas romances. De la literatura anterior a la introducción del helenismo (siglo III antes de Cristo) se poseen  escasísimos rastros.


Desde los orígenes hasta el siglo III antes de Cristo 

De este prolongado periodo existen dos textos poético de muy difícil interpretación. De índole religiosa ambos, se conocen como el "carmen fratrum Arvalium" (canto de los arvales) y el "carmen Saliorum" (canto de los salios). Estos carmina o cantos eran formuladas de plegarias rituales: el primero de elloslo recitaban los hermanos arvales (sacerdotes en número de doce que formaban una especie de hermandad rural) para impetrar de una divinidad campestre el beneficio de una buena cosecha.

Del "canto de los salios" (himno entonado por los sacerdotes de Marte) tenemos noticia incompleta a través del erudito Marco Terencio Varrón y su texto ni aun los romanos de la época clásica lo entendían.

También es conocida la existencia de una poesía profana de la que no han quedado huellas: cantos para festines en honor de los antepasados, cantos de carácter burlesco y neniae o cánticos fúnebres, entre otros géneros de composiciones. La forma más antigua de verso fue el llamado verso saturnino (basado en el acento más que en la cantidad, con empleo de aliteración y de la asonancia), que se utili<ó en las representaciones dialogadas en verso que constituyen la denominada poesía fescenina (de Fescenium Etruria).

Transformación o variante de este género semidramático fue la satura, modalidad que en forma de exodium se incorporó posteriormente al drama regular. En prosa hubo también manifestaciones difíciles de concretar en el campo de la historia y de la oratoria. Sin embargo el monumento antiguo de la prosa latina en un texto jurídico: la ley de las XII Tablas o ley decenviral (451-450 antes de Cristo).


LA INFLUENCIA HELÉNICA: ÉPOCA ARCAICA (entre 249 y 88 antes de Cristo) 

La introducción del helenismo data dela primera mitad del siglo III antes de Cristo y entre los primeros impulsores de esta corriente de admiración por Grecia figuran aristócratas como los Escipiones y los Metelos, A ellos se contrapuso en parte la figura de Catón el Mayor o el Censor autor de un tratado de agricultura y el más genuino exponente de la oratoria romana autóctona. Defensor de la antigua cordura romana no dejó de recurrir en sus obras a abundantes términos griegos y noticias extraídas de historiadores helenos.

La poesía de este periodo fue esencialmente teatral, épica y satírica. La teatral se cultivó en sus dos variantes la tragedia y la comedia. De la tragedia sólo se han conservado fragmentos. Entre sus autores figuraron Nevio, Ennio y Accio y tenía dos modalidades según fuera de contenido griego o bien de asunto romano (fábula praetexta, probablemente fundada por Livio Andrónico con Regulus).

Mayor información se posee acerca de la comedia, dividida así mismo en fábula palliata -de pallum,  prenda más visible de la indumentaria griega que ostentaban los personajes- y fábula togata, cuyo nombre indica su carácter más autóctono. La fábula palliata no era sino la comedia latina que reelaboraba los modelos propios de la comedia concebida por Menandro.

Papel destacado en la introducción de los griego entre los romanos fue el desempeñado por Livio Andrónico, originario de Tarento y conducido a Roma el año 272 antes de C. para ser vendido como esclavo a un romano llamado Livius. Éste lo nombro preceptor de sus hijos le concedió tiempo después la libertad (por lo que el autor conservó para siempre el nombre de su benefactor). Enseñó griego y latín, tradujo a esta última lengua la Odisea de Homero y adaptó así mismo algunas tragedias y comedias. En el año 240 antes de C. representó su primera tragedia y de sus obras teatrales se conocen algunos títulos (los de tragedias como Aquiles, Ayax, Caballo de Troya, etc.) así como mínimos y pocos numerosos fragmentos. Contemporáneo de Andrónico fue Cneo Nevio (entre 265 y 202 antes de C.), un latino de Campania que compuso una epopeya sobre las guerras púnicas (Bellum punicum) en versos saturnios y que por las mordaces alusiones contenidas en sus comedias (de las que escribió más de una treintena) fue preso y desterrado luego a Útica. En la comedia tuvo como continuador a Tito Macio Plauto (que murió en 184 antes de Cristo); en la tragedia y en la épica, a Quinto Ennio.

Ennio y Plauto: Epopeya y comedia 

De Ennio o Ennius se sabe que nació en Rudiae (Calabria), se conocía tres lenguas; griego, osco y latín y que tuvo a Catón el mayor de protector. En 184 antes de Cristo adquirió la ciudadanía romana y murió de la enfermedad de la gota en el año 169. Como autor de tragedias siguió el modelo de Eurípides y se inspiró sobretodo en el sitio troyano (Andrómeda cautiva, Ifigenia, Ecua, etcétera). De sus comedias han quedado insignificantes fragmentos y dejó también unas narraciones en metros variados con el nombre de Saturae. Pero su obra más ambiciosa son los doce libros que componían su epopeya en hexámetros dactílicos annales, imitación homérica de la que sólo han llegado 600 versos, cantidad suficiente para valorarla. Se narraba en esta obra toda la historia de Roma a partir de la llegada de Eneas al Lazio y en el precedente inmediato de la Eneida de Virgilio.

La obra de Paulo 

Si Ennio fue heredero de Céneo Nevio en la epopeya y la tragedia, ya dijimos que Plauto lo fue en la comedia. Nacido en Sarcina (Hungría), era de condición libre y tras una serie de infortunios económicos se dedicó a escribir en el teatro, no tard{ó en ser el más popúlar de los comediógrafos romanos, y de él se conservan 20 comedias, mas o menos completas, entre ellas cabe citar las siguientes: Anfitrión (de tema mitológico, imitada por Moliére en el siglo XVII), Acinaria (hasta 194 antes de C.), Aulularia o comedia de la olla (que imitó también Moliére en la L'avare), Captivi (la mejor conservada, con el personaje del esclavo Píndaro), Curculio o el gogorjo, Baccide (inspirada en la obra de Menandro), Menaechmi o los mellizos (siguiendo a Menandro e imitada por Shakeaspeare en la comedia de Las equivocaciones), Mostellaria o la comedia de los fantasmas, Rudens o la cuerda, Pseudolo o Trompicon y Miles Gloriosus o el soldado fanfarrón.



La fábula paliata de Plauto, Trasunto en la comedia griega, tiene rasgos muy propios: fuerza cómica en situaciones y caracteres, Retruecanos y juegos de palabras de propia invención y efectos inesperados. Sobresalieron así mismo Marco Pacuvio, que imitó a Sófocles en la tragedia, y Estacio Cecilio, comediógrafo al que atribuye con su obra maestra una pieza titulada Closium. De otros autores teatrales sólo quedan los nombres y poco más.

La comedia de Terencio



Más moralista que autor dramática fue Publio Terencio Afer (n. hacia 185 antes de Cristo). Nació en Cartago y fue llevado a Roma como esclavo del senador Terencio Lucano. Disfrutó de una esmerada educación y fue pronto emancipado. Perteneció al círculo elitista de Escipión Emiliano y por ello su obra de comediógrafo no alcanzó tanta resonancia popular como la de Plauto.

Su primera comedia, Andria, imitada de Menandro con ocasión de los Ludi Megalenses del año 166, al igual que Hecyra o La suegra  no atrajo particularmente a los espectadores, que abandonaron su representación para asistir a un espectáculo de funámbulo. Más éxito lograron las siguientes: Eunuco, Heautontimorúmenos o El verdugo de sí mismo, Phormio (el nombre del parásito que desempeña un importante papel de la obra) y su mejor pieza cómica Adelphoe o Los hermanos,  resultado de la "contaminación" o fusión de dos piezas griegas: una de Menandro y otra de un autor también griego llamado Dífilo.



Cicerón, César, Horacio y Quintiliano nos han dejado su opinión acerca del teatro de Terencio, valorando virtudes y defectos. Terencio representa la comedia mesurada, sin el vigor que le confirió Plauto, con un lenguaje que se consideró modelo de "elegancia" e inspirado en el de la conversación entre gentes de la "buena sociedad". Destacó en la pintura de caracteres y sentimientos y llegó a la cima de la fama en la época del Renacimiento. Montaigne lo situó muy por encima de Plauto y Fénelon lo consideró mejor que Moliére, aunque más recientemente estas estimaciones hayan disminuido en beneficio de la obra dramática de Plauto.

La sátira y la prosa 

También a esta época, llamada arcaica, pertenece la figura de Cayo. Lucilio (180-103 antes de Cristo), quien dio forma definitiva al género satírico (ya vimos que a Ennio se debió la introducción del término "sátira", que significaba mezcla de varias cosas y era una voz originariamente culinaria, también con una acepción religiosa). En Lucilio la sátira se encaminó a la crítica de la sociedad y adoptó como molde métrico el tantas veces aludido hexámetro. De sus treinta libros de Sátiras sólo restan fragmentos en que se abordan cuestiones poéticas, morales y literarias. Horacio tildó su estilo de mediocre, pero en tiempos de Tácito mereció un mayor aprecio. Satirizó la institución familiar, la avaricia, la ostentación de la gente adinerada, las supersticiones y las costumbres femeninas.

Cicerón y Lactancio nos han transmitido textos definitorios de su estilo: el uno relativo a la exagerada pasión por todo lo griego y el otro a la definición de la virtud (en la que parece anteponer el bien de la patria al familiar y al propio).

En el campo de la prosa el escritor más relevante fue Catón el Mayor ya anteriormente citado. Entre los historiadores cabe citar los nombres de Q. Fabio Pictor (nacido en 259 antes de C.), L Cincio Alimento, Cornelio Escipion, Cayo Acilio y Postumio Albino, entre otros. Más que historiadores fueron todos ellos analistas y lo que escribieron lo hicieron generalmente en griego.

De los oradores, género en el que el más brillante fue también Catón el Mayor, merecen señalarse algunos de los que menciona Cicerón: sobre todo, los nombres de Marco Antonio y de Marco Licinio Craso, a los que él dio el papel de interlocutores en De oratore.

En otras actividades como la gramática y la crítica literaria incipientes descuellan Espurio Cervilio y L. Elio Preconiano Estilón, que se ocupó, según parece, del lenguaje de las comedias de Plauto.


ÉPOCA CICERONIANA (84-44 A. DE C.)

Si se enfoca desde un punto de vista histórico, la época así bautizada presenta tres fases o periodos principales denominados por las figuras de Sila (que conquista el poder y se establece en él del  82 al 79 antes de C.), Pompeyo (cuya preponderancia va del 78 al 60 a. de C.) y César (asesinado el año 44). Época de grandes conmociones políticas, que conluyen con la constitución del segundo triunvirato, integrado por Marco Antonio, Octavio y Lépido.

Fue éste, sorprendentemente, un periodo de gran fecundidad literaria. Al parecer, el cansancio de la política invitó a muchos a buscar refugio en la filosofía y en el ocio creativo. César y Cicerón llevan a su perfección la prosa latina y son por su obra y por su actividad pública las dos difuras centrales del momento. Aunque la era de apogeo de la poesía no tiene lugar hasta la época de Augusto, también descuellan dos nombres relevantes: Catulo y Lucrecio.

Poesía, teatro y elocuencia 

El primero de los poetas que debe mencionarse es Lucrecio. Su vida es muy poco conocida y se conjetura que se habría suicidado a la edad de 43 años. Existen dos tradiciones que Elio Donato y San Jerónimo habrían tomado de la obra de Suetonio De viris ilustribus, aunque ninguna de ellas es segura. Su poema en seis libros De rerum natura (de la naturaleza) no es sino una exposición de la dosctrina epicúrea destinada a liberarnos de los temores producidos por el pensamiento de la muerte o la creencia en los dioses. Tras una invocación a Venus y un elogio de Epicuro, el poema se desarrolla con el rigor propio de una prueba científica, sin digresiones que puedan distraer de los objetivos señalados.

La "moral" se funda en la búsqueda de la paz del ánimo, de la ataraxia. Tampoco se presenta como un ateo, pues admite la existencia de los dioses, a los que hay que imitar en la perfecta ataraxia en que viven. En cuanto a su poesía, la colocaron algunos por encima de la de Virgilio, a pesar de un didactismo que peca a veces de árido. Pasajes como el de la invocación inicial a Venus (profundo himno religioso) o el del cuadro de la peste de Atenas son algunos de sus logrados hallazgos poéticos.

El empleo de arcaísmos y aliteraciones parece derivar de la influencia que sobre él ejerció la obra precedente de Ennio. Los poetas de la época de Augusto apenas aluden a Lucrecio y fue Ovidio el primero en elogiarlo. Tras una larga etapa de olvido, fue rehabilitado durante el renacimiento y exaltado posteriormente por los filósofos del siglo XVIII.

Los "poetas novi"

En el siglo I de nuestra era surgió en Roma una nueva escuela de poetas que cultivaban la imitación de los alejandrinos. Fue Calímaco su principal maestro y entre los géneros poéticos dieron la primacía al epigrama, por su concentrada expresión, y al epyllon, poema narrativo o épico de un centenar de versos, de carácter alusivo y amanerado. Estos poetas cuidaban sobre todo la forma y poseían una gran erudición en materia mitológica. Mentor de esta escuela fue Valerio Catón, al que se la ha atribuido una breve composición incluida en el llamado Appendix virgiliano.

Cayo Valerio Catulo.
El "Libellus" 

El único que realmente ha merecido pasar a la posteridad de todo este grupo es Cayo Valerio Catulo (entre los años 77 y 57 antes de C.). En el año 57 participó junto al propretor Memmio en una expedición a Bitinia y a su retorno se estableció en la casa de campo que poseía en Sirmio después de haber hecho las paces con César, al que invectivó en algunos de sus versos, De Catulo han quedado ciento dieciséis poemas, recopilación concebida según la forma métrica y la mayor o menor extensión de las poesías. Con éstas se han constituido tres grupos: el primero de ellos lo forman piezas líricas, con metros diversos; el segundo, las compilaciones de larga extensión, y el tercero lo constituyen los epigramas en dísticos elegiacos. Los grupos primero y tercero presentan parecido contenido son vivencias del poeta. Poesías amorosas, de circunstancias, improvisaciones, elogios e invectivas y composiciones de índole satírica o asunto anecdótico. En cambio, los ocho poemas de en medio (mayor extensión, importancia de los temas, etcétera) son los que han proporcionado a Catulo fama de poeta docto (por imitar a Safo y a Calímaco).

El libro viene a ser lo que vulgarmente se llama una ensalada, y su ordenación se presta a mil discusiones entre eruditos. El valor del poeta radica en las piezas breves, que son las que han cimentado su fama. Para concluir no deben omitirse sus poemas eruditos, como Las Bodas de Tetis y de Peleo y La cabellera de Berenice.

También fue estimado poeta épico de la época Varrón de Atax, equiparado antiguamente con Lucrecio y olvidado prácticamente del todo.

                                              Las Bodas de Tetis y Peleo. 

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