martes, 27 de febrero de 2018

15 LITERATURA EN LA EDAD MEDIA: PARTE V

EL TEATRO: DE LA EDAD MEDIA HASTA EL RENACIMIENTO

En los comienzos de la era cristiana, la Iglesia condenó todas aquellas manifestaciones artísticas que tuvieran alguna clase de vínculo con la cultura pagana. Se produjo entonces un fenómeno paradójico: en la Edad Media el teatro resurgió, paulatinamente , de las celebraciones litúrgicas. Ya la Misa no es sino representación de la Pasión de Cristo y el Antiguo Testamento abundan los episodios de carácter dramático, que los clérigos, para edificación de los fieles, escenificaban con ocasión de fiestas solemnidades. Primero tuvieron lugar estas representaciones dentro de las iglesias y de ahí se pasó al atrio. de igual modo fue cambiándose el latín por las lenguas vernáculas. Así en la Europa de la Edad Media, al igual que en la Grecia clásica, el teatro tiene un origen religioso y del drama litúrgico se origina la literatura dramática. 

La escuela  hace el papel de intermediaria en la salida del teatro de la iglesia a la calle, al aire libre, y en el seno de las escuelas es donde se representan obras de Plauto y Terencio y donde nace una comedia latina específicamente escolar (en Francia ocurrió tal fenómeno en Orléans y en Fleury-sur-Loire, donde se compusieron imitaciones de los clásicos). En Inglaterra desempeñaron un importante papel los gremios, que se ocuparon de dramatizar toda la Biblia. 

Teatro medieval en Francia

Fruto de la evolución descrita es la aparición en Francia, entre 1150 y 1170, del primer jeu, o auto, litúrgico importante: el Jeu d'Adam (Auto de Adán). Los coros van todavía en latín y son cantados, pero en el diálogo se pone ya de manifiesto una gran libertad creativa. En el Jeu d'Adam, que se compone de cerca de mil versos (octosílabos en su mayor parte, decasílabos cuando se trata de un pasaje más solemne de la obra=, está presente la tradición juglaresca en las danzas y en la gesticulación de los diablos que intervienen en esta trilogia donde sucesivamente se presentan el pecado de Adán, la culpa de Caín y las profecias que anuncian la venida del Reino de los Cielos. De la misma época, segunda mitad del siglo XII es un Jeu de la Résurrection, en dialecto anglonormando. 

En Courtois d'Arras (hacia 1200), adaptación de la parábola del hijo pródigo a aquellos tiempos, se anuncia ya la farsa por su fuerza cómica y desenfado, y en Aucassin et Nicolette, también de principios del siglo XII, que se titula chantefable (esto es, mezcla de prosa –recitado– y de verso –canto–), se logra a través de lo cómico-burlesco una de las obras más maduras de la Edad Media. De Arrás proceden también Jean Bodel (Jeu de saint Nicolas, pieza representada a fines de 1200 en Puy d'Arrás), poeta ya renombrado, y el también citado Adam de la Halle, autor de la opereta el Jeu de Robin el de Marion, que no es sino una pastorela llevada a escena. La primera obra genuinamente teatral, Jeu de la feuilleé, es la primera muestra del teatro cómico en Francia, pues hasta entonces lo cómico había ido siempre unido a lo maravilloso. 


Teatro medieval en Inglaterra 

También en Inglaterra surgen idénticos géneros dramáticos como el resto de Europa. Ya hemos dicho que los gremios desempeñaron un relevante papel al sacar el teatro de la iglesia para llevarlo a la calle y nacieron entonces los miracle plays (equivalente a los mystére franceses) y las escenificaciones amplísimas de los temas extraídos de fuentes bíblicas. También presentaron las moralidades, es decir, piezas teatrales alegóricas protagonizadas por los vicios y las virtudes, aunque algo tardíamente. 

Quizá la obra más célebre de esta etapa del teatro inglés sea la titulada Everyman (cada cual), fechada aproximadamente en torno al año 1500. De autor desconocido, se halla estrechamente relacionada con la obra holandesa Elckerlijke, atribuida a Petrus van Diest e impresa por vez primera hacia 1495. De Everyman hizo una significativa adaptación moderna el poeta austriaco Hugo von Hofmannsthal (1911). Mezcolanza de elementos realistas y alegóricos, en Everyman la muerte cita a éste personaje ante Dios y al conocerse esta noticia lo van abandonando todos sus amigos y sólo a Buenas Obras (personaje alegórico) se le permite que le acompañe en el juicio final.

También John Skelton (hacia 1460-1529), deudor en parte de Chaucer y del que se han perdido numerosas obras, se debe otra moralidad, a la que tituló Magnificence , representada, al parecer, en 1516, e impresa en 1533. Se conservan así mismo, en un mismo manuscrito: The castle of perserance (El castillo de perseverancia), fechada alrededor de 1405, y quizá la más elaborada de las primitivas moralidades; Mankind (Humanidad), igualmente de comienzos del siglo XV, y Mind, will and understanding (Memoria, voluntad y entendimiento), obra ya tardía sobre las facultades de la mente humana. Puede decrise que hasta el siglo XVII permaneció de moda este género dramático y junto al nombre de Skelton hay que poner, entre sus cultivadores los de John Rastell, George Wapull y Nathaniel Woodes. También los dramaturgos elisabetianos o isabelinos (suele designárseles de ambos modos) frecuentaron este tipo de teatro y de varios de sus rasgos característicos participa la obra de Marlowe sobre el doctor Fausto.

Teatro alemán medieval

En Alemania se desarrolló el teatro medieval dentro de los mismos esquemas que lo hizo en Francia, en Inglaterra y en otros países europeos. Los primitivos temas de representación son los de la Navidad, Pascua de Resurrección y Pasión de Cristo, junto a los motivos escénicos que surgen al calor de las fiestas carnavalescas. Hasta la Reforma no aparecen en el campo dramático figuras de relieve y los primeros autores teatrales son ya del siglo XVI: así, el suizo NIkolaus Manuel (entre 1484 y 1530) y Burkart Waldis (entre 1490 y 1556), autor de una dramatización de la parábola evangélica del hijo pródigo (1527).

El primer dramaturgo alemán de fama fue Hans Sachs (1494-1576), al que inmortalizó Richard Wagner en la ópera Los maestros cantores de Nuremberg. Este poeta y maestro cantos, principal exponente de la literatura burguesa alemana del siglo XVI, se inspiró en el tema del carnaval (Fastnachtszeit) para componer comedias al estilo de Das Hofgesind der Venus (La corte de Venus), de 1517; Der schwangere Bauer (El campesino embarazado), de 1544 y Der fahrende Schuler im Paradies (El goliardo en el paraíso), de 1550.

La literatura burguesa. El "Roman de la Rose"

Ingredientes principales de la llamada literatura burguesa, en cuanto que se contrapone a la tradición cortesana, feudal y caballeresca, son, entre otros, la sátira, la parodia y un realismo que muy a menudo llega hasta la obscenidad. Esta mentalidad burguesa, que cristaliza en obras como las Fabliaux y que revela una acenturada misoginia, comienza a manifestarse a finales del siglo XIII y sus modos de expresión perdurarán hasta el XVI.

El primer ejemplo de la "epopeya" animal, que formará el fondo de casi todos los fabliaux y sobre todo, del famoso Roman de Renart (1165 y 1205), es la historia del lobo que se hace monje (De lupo, hacia 1100). Importancia reviste también la epopeya Ysengrinus, que es un violentoataque lanzado contra las órdenes monásticas (datado hacia 1150) por parte de un tal Nivard o Nivardus, poeta flamenco en lengua latina.

De la fábula clásica (representada por Fedro y por Avieno y difundida a través de una refundición en prosa denominada Romulus, de la que salieron los Isopets de Marie de France) se distingue el fabliaux por la abundancia que se registra en éste de invenciones y de historietas de carácter moral o simplemente cómicas.

El Roman de la Rose.


LA LITERATURA ITALIANA EN LA EDAD MEDIA

 Los primeros textos de la lengua italiana, sus balbuceos literarios, aparecen muy tardíamente debido al prestigio de que gozaba Roma y a la implantación profunda de las tradiciones de la Iglesia romana. Durante mucho tiempo siguen produciéndose en latín los tratados de teología, filosofía y derecho y la literatura popular. Se expresan en latín historiadores y cronistas: G. de Cremona  (1114 - 1187) y A. da Settimello (h. 1190), entre otros. Del siglo XIII data una vena poética en langue d'oc, con mezcla de dialectalismos, de la que fue el más conocido representante Sordello di Goito (entre 1200 y 1270), entre cuyas poesías (cuarenta canciones, ocho sirventés) destaca la lamentación por la muerte de Blacatz de Baux, su dama y protectora. En la Divina Comedia lo situó Dante por encima de todos los demás trovadores italianos de su tiempo (entre ellos, Lanfranco Cigala y Bonifacio Calvo).




En francés inició Marco Polo el dictado de su famoso Libro de las maravillas del mundo (Livre des merveilles du monde) y en la misma lengua escribió Brunetto Latini (entre 1220 y 1292, aproximadamente) el resumen de la ciencia de su tiempo, que tituló Li livres dou tresor (1262-1266), es decir, Libro del tesoro. Las primeras muestras poéticas en la lengua vulgar pertenecen a una lírica que podría calificarse de espiritual y son el Laudes creaturarum (Alabanzas de las criaturas de Dios), de san Francisco de Asís, y los místicos cien laude que compuso Jacopone da Todi (hacia 1230-1306), ambos de origen umbro.


De la misma época data la escuela siciliana que surgió bajo el reinado de Federico II de Sicilia y de su hijo Manfredo. Fueron los poetas de esta corte, influidos por los trouveres y por los minnesingers alemanes, los que hicieron del italiano una lengua literaria y constituyeron en modelos para los líricos toscanos de los siglos XIII y XIV. A ella pertenecieron Jacopo da Lentino, Pier della Vigna, Giacomino Pugliese y Rinaldo d'Aquino. A pier della Vigna, que se suicidó tras ser acusado de traición y encarcelado , le dedico Dante el canto XIII del infierno de la Comedia.

La poesía toscana. El "dolce stil nuovo" y Dante Aliguieri 

Con el colapso que sufre la corte de Federico de Sicilia, a mediados del siglo XIII, el eje de la creación poética en Italia se traslada a tierras toscanas. El primer exponente destacado de este cambio es Guittone d'Arezzo. Su poesía, muy intelectualizada, representa un periodo en el que la obra en verso se caracteriza por la doble complejidad del contenido y de la forma y en el que predomina una especie de hermetismo individualista muy acentuado. Ya es en la segunda mitad avanzada del siglo XIII cuando aparece un nuevo movimiento al que se ha llamado, en términos utilizados por Dante en la Divina Comedia, el dolce stil nuovo (es decir, "el dulce estilo nuevo", Purgatorio, XXIV, 57). Sus cultivadores son los stilnovisti, influidos por la larga tradición de la poesía provenzal y por el franciscanismo, que predicaba la sinceridad, la simplicidad y la vinculación del hombre a la naturaleza.


Guido Guinizelli (entre 1240 y 1276) perteneció a la nobleza gibelina (la que apoyaba a los emperadores germanos en contraposición a los partidarios del Papa, que eran los guelfos). Guinizelli se reconoció discípulo de Guittone d'Arezzo y su poesía puede definirse como una espiritualización cristiana del concepto trovadoresco del amor cortés. Como manifiesto de esta nueva orientación cabe citar la canzone de Guinizelli "Al cor gentil repara sempre Amore".

Otra figura importante del dolce stil nuovo es la de Guido Cavalcanti (entre 1255 y 1300), autor de la canzone. Su principal contribución consiste en un pormenorizado análisis "psicológico" del amor concebido como una pasión, aunque más que como teorizador  (tampoco pretendió serlo) sobresale por los sonetos, baladas y canzoni en que trata de sus propias experiencias amorosas con particular vehemencia y ansiedad. Con excepción de Dante, fue el más culto, filosóficamente hablando de los stilnovisti. 





Dante Aliguieri 

Todo este complejo legado literario cristalizó en la obra del florentino Dante Aliguieri, nacido en 1265 y fallecido en Ravenna en 1321. Su grandeza como poeta radica en el hecho de haber escrito la Comedia, un poema alegórico-didáctico que consta de 14 230 versos en terza rima (con obvia referencia simbólica al misterio de la Trinidad), repartidos en cien cantos, y que probablemente fue comenzado en 1307 y concluido el mismo año de la muerte del poeta. Escrito en los umbrales del periodo del humanismo, el poema, con la visión del más allá dividido en los tres reinos del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, debe abordarse de acuerdo con el espíritu del símbolismo y el alegorismo característicos de la Edad Media. Habitan el Infierno las almas de los condenados y en él inicia su viaje el propio Dante guiado por Virgilio, cuyo papel es el del iniciador en cuanto simboliza en su persona la sabiduría y la filosofía. 

Con Virgilio viaja Dante por el Infierno y por el Purgatorio, que es de las tres regiones la más semejante al mundo de los vivos, mezcla la luz y tinieblas, donde se está de paso y no eternamente, y a las puertas del Paraíso, donde moran las almas de los beatos. Abundan en la Comedia (a la que la crítica añadió a partir del siglo XVI el nombre de "divina") las alegorías, los símbolos, emblemas, etc., así como alusiones a la época en que Dante le tocó vivir, en plena pugna entre pugna entre gibelinos (es decir, antipapistas) y guelfos, y a personajes a los que conoció a los que rememora. 

Posterioridad de la "Comedia" 

La comedia ha sufrido toda clase de interpretaciones desde que se publicó; muy estimada durante la Edad Media, atravesó una cierta crisis en el Renacimiento, considerándosela entonces más como un modelo lingüístico que como arquetipo poético. 

Petrarca se desinteresó de la obra dantesca (su actitud al respecto contrasta con la observada por Boccaccio, admirador de Dante y biógrafo suyo) y hasta uno de sus amigos le reprochó el no haberla escrito en latín y el haber optado por el dialecto toscano. 

Recuperación de Dante. Otras obras 

Al filósofo Giovanni Battista Vico (1668 -1744) se debe quizás el inicio de la paulatina rehabilitación del escritor florentino, valorado ya como uno de los genios de la civilización cristiana (al lado de Shakeaspeare y de Cervantes). 

Sin embargo, la obra de Dante tiene aún otros aspectos que la enriquecen y a su producción se adcriben los títulos de la Vita nuova (al rededor de 1293), donde se reúnen treinta y uno de sus poemas sobre Beatriz (a la que vio por vez primera a los nueve años y que se ha identificado con una hija de Folco dei Portinari, casada con un tal Simone de Bardi tiempo después), unidos a comentarios en prosa del poeta mismo; del inacabado Convivio, o Banquete, donde se recogen tres largas canzoni  que  revelan un propósito más bien de experimentación y de ejercicio, que de genuina creación poética. De Dante son también los tratados de Vulgari eloquentia y De monarchia. 



G. Boccaccio y el "Decamerón"

Estrechas fueron las relaciones entre Petrarca y Giovanni Boccaccio, cuyo nombre ha quedado para siempre ligaro a la recopilación narrtiva del Decameron  (entre 1348 y 1353), cien cuentos que se presentan dentro de un bien tratado marco de interconexiones. Hijo natural de un mercader y de una noble dama fracnesa, su infancia transcurrió en Florencia y entre 1327 y 1334 residió en Nápoles como alto cargo de la sucursal de la compañía Bardi. Estos años lo marcaron profundamente. La quiebra de la banca Bardi lo obligó en 1340 a regresar a Florencia y en lo que le determinó a componer el Decamerón, cuya  redacción aquel mismo año. 

Fue embajador en las cortes papales de Aviñón y de Roma los años 1354, 1365 y 1367 y recibió las órdenes menores al tiempo que organizaba en su casa el primer círculo humanístico, ya en contacto con Petrarca. Apuros económicos le indujeron a volver dos veces a Nápoles (1362, 1371), retirándose finalmente a su propiedad de Certaldo, próxima a  Florencia. 



Aparte del Decamerón dejó su impronta en toda la literatura occidental posterior a través también de obras como el Filocolo (1336-1340), la novela caballeresca Filostrato (1338), el relato autobiográfico Elegia di madonna Fiammetta (1343) y el poema en octavas el Ninfale fiesolano (1344), además del Corbaccio, sátira que compuso entre 1354  y 1355. De su extensa obra en latín cabe señalar la enciclopedia de mitología De genealogiis deorum gentilum (entre 1350 y 1360) y De claris mulieribus (1354-1364), además de un centenar de biografías de mujeres ilustres (desde Eva hasta la reina Juana de Nápoles). 

Boccaccio fue también el primer estudioso de Dante (admiración que no compartió con Petrarca), al que comentó en público (lectura Dantis). Sin embargo, el prestigio universal de Boccaccio radica en el Decamerón, donde consiguió plenamente su propósito de verter en la lengua italiana toda la sutileza y la vivacidad de la prosa que tanto admiraba. La riqueza narrativa de la obra, en conjunto y en pormenor, sigue poseyendo un valor inmarcesible y al igual que la Comedia marca en el tránsito entre la literatura medieval y la renacentista. 

El Decamerón.

14 LITERATURA EN LA EDAD MEDIA: PARTE IV

PRIMERAS MANIFESTACIONES LITERARIAS EN INGLÉS
                       
Entre los siglos XI y XII a consecuencia de la conquista normanda en 066, predominó en la literatura la utilización del francés, imponiéndose voces y expresiones golorrománicas. En la corte se conversaba en francés, los clérigos lo hacían en latín y la lengua anglosajona, dividida en cuatro dialectos, con préstamos del danés, era la que hablaban normalmente las clases inferiores. Fue en el siglo XIV cuando surgió una literatura en lengua inglesa y su primer autor importante fue William Langland con el extenso poema en verso aliterado Piers Plowman (Pedro el labrador), visión alegórica en que se funden diversas historias y en la que intervienen una peregrinación al santuario de la Verdad y una lucha contra el demonio presentada en forma de torneo. Con el apodo de Long Will (Guillermo el Largo), William Langland, que aproximadamente vivió entre 1332 y 1400, figura en el texto de esta epopeya. La métrica sajona y el tema celta aparecen paradójicamente enlazados al poema, también en verso aliterado, Gawain and the Green Knight (Gawain y el caballero verde), de autor desconocido fechado en torno a 1370. Compuesto de 2530 versos los ideales caballerescos se entremezclan en esta obra con lo fantástico y hasta con lo grotesco.

Gawain and the Green Knight.

En cuanto a John Gower (entre 1330 y 1408), fue amigo de Chaucer y entre sus obras figuran la alegoría didáctica en octosílabos franceses Mirour de l'omme o Speculum mediantis (hacia 1376), una alegoría político-satírica en latín titulada Vox clamantis (hacia 1381) y la que se estima su producción más importante Confessio amantis (entre 1386 y 1390), la más temprana recopilación narrativa en inglés, formada por 33400 octosílabos pareados e inspirada en fuentes clásica, bíblicas y medievales.

Geoffrey Chaucer: primer escritor en lengua inglesa

Llamado por muchos el padre la poesía inglesa, se inicia esencialmente la historia de la literatura en Inglaterra, aun cuando lo precedieran los poetas de la época anglosajona. Sus versos no difieren de los de Milton y de los de W. B. Yeats (como dice J. L. Borges al citarlo en una de sus obras), Shakeaspeare aprendió de ellos y el poeta prerromántico William Wordsworth los vertió al inglés moderno.

Chaucer nació seguramente en Londres en 1340 poco más o menos, y murió en esta misma capital en octubre de 1400. Hijo de un comerciante en vinos acomodado, fue paje y recibió una educación cortesana; cursó más tarde estudios de Leyes en Londres. Sirvió como soldado en Francia (1359), desempeñó diversas misiones diplomáticas en Francia, en Florencia y en Génova. En Italia conoció a Petrarca y a Boccaccio, y probablemente al cronista y poeta fracnés Jean Froissart. De 1374 a 1386 desempeñó un alto cargo en las aduanas del puerto de Londres (algo parecido a jefe de los vistas de aduana), lo que le dejó tiempo para dedicarse a escribir y le permitió tomar contacto con gran diversidad de gentes. Aparte del inglés, dominaba el francés y el latín y conocía suficientemente el italiano. Practicó la introducción como recreación estética (tradujo así la célebre obra de Boecio Consuelo de la filosofía) y entre sus obras menores figura un tratado sobre el empleo del astrolabio.


Lector y traductor del Roman de la Rose (entre 1225 y  1230), cultivó al principio el género alegórico: The Booke of the Duchesse (El libro de la duquesa), de 1369, que es una lamentación por la muerte de Blanchem duquesa de Lancaste, en la que humorísticamente se autocritica, y The Parlament of Foules (El parlamento de las aves), de 1382, entre otros títulos. De primera novela psicológica de la literatura europea se ha calificado el poema narratio Troilo y Criseida (1385), inspirado en gran parte en el Filostrato (1338) de Boccaccio, si bien recrea en muchos aspectos el modelo al que imita.

"Cuentos de Canterbury" 

Una de las cumbres de la literatura universal con The Canterbury tales, entre 1385 y 1400, resultado de la acumulación de muchos manuscritos inéditos, reunidos en una forma similar, en estructura y algunos pormenores de lo relatos, a la del Decameron de Boccaccio.

Cada relato es ilustración del carácter de quien narra y el punto de partida es la peregrinación que una treintena de personajes hace al santuario donde está la tumba de santo Tomás Becket. Salen los peregrinos de Londres bajo la guía de un tabernero, que es quien propone que cada uno diga su cuento, y entre ellos figura el propio Chaucer, objeto de un desconsiderado trato por parte de sus compañeros de viaje, es decir, por las criaturas de su imaginación. A quien cuente el mejor cuento se le promete la recompensa de una cena. En los Cuentos de Canterbury se alían la tradición popular y la tradición cortesana cristalizando así una de las obras maestras de la narrativa de todos los tiempos.


PRIMITIVA LÍRICA ALEMANA: "MINNESANG" Y "MINESANGER"

Con la palabra Minnesagn ("canto de amor", palabra derivada de Minne, que significa amor) suele designarse la lírica alemana medieval que abarca los siglos XII y XIII. Los cultivadores del Minnesang eran los Minnesinger. El primer nombre conocido de esta poesía que enlaza con la francesa de la época (celebración de la "dama" o "frouwe") es el del señor de Kurenberg (entre 1150 y 1170 compuso las quince canciones de él conservadas), o Der Kurenberg, al que siguieron, entre otros Dietmar von Eist (entre 1140 y y 1170), que compuso albas o alboradas (Tagelied en alemán); Heinrich von Veldeke (entre 1140 y 1210), introductor de la poesía cortesana románica en la lírica alemana y finalmente, Meinloh von Sevelingen.

Estos poetas forman el periodo llamado Minnesangs Fruhling (o sea, Primavera del canto o canción del amor), que comprende la segunda mitad del siglo XII. Tres son los géneros principales: el lied, o canción de estrofas simétricas, en el que la estrofa, como ocurrecon los trovadores, es a la vez unidad poética y la unidad musical primaria: el leich, de una sola estrofa, sin regla fija, en el que predomina la música sobre la letra y el spruch, que es un lied abreviado, y se confunde con otra composición también denominada así, que tiene carácter didáctico.

Desde finales del XII hasta comienzos del XIII en un total de 20 años aproximadamente, tiene lugar una época de florecimiento que preside la figura de Walher von der Vogelweide. A ella se adscriben Hartmann von Aue, Heinrich von Morungen, Reinmar von Hagenau (1160-1210), Friedrich von Hausen y Albrecht von Johansdorf (1185-1209), compañero de viaje de Hartmann von Aue en la cruzada de 1189-1191.

Walther von der Vogelweide 

Vivió entre los años 1165 y 1230 y destacó como escritor político y moralista (fue el portavoz de Otón IV tras el asesinato de Felipe Suabia y declarado enemigo del papado, encarnado entonces en Inocencio III) y como lírico amoroso. En este último aspecto de su obra sustituyó  la exaltación de la dama (frouwe) por el de la mujer (wip) y en sus versos también se hacen dignas de ser también cantadas las doncellas (magedin). Es el Niedere Minne (el amor bajo o humilde) el que viene a reemplazar el Hohe Minne (el amor cortés, rodeado de pompa y aparato) por iniciativa sobre todo el Walther von del Vogelweide. Entre 1200 y 1207 tuvo lugar su encuentro con otro poeta líric alemán importante, Wolfram von Eschenbach (entre 1170 y 1220), que elaboró de forma muy personal los temas de Perceval y del Santo Graal y recibió influencia de la obra de Chrétien de Troyes. En cuanto a W. von der Vogelweide, se distinguió así mismo en la utilización del spruch (palabra cuya significación incluye la sentencia y el proverbio), en su doble vertiente política y didáctica, género que recogió de la tradición juglaresca.


Del Minnesang tardíos, desde comienzos del siglo XIII a comienzos del XIV, que se considera generalmente como el periodo de decadencia, cabe citar los nombres de Neithart von Reuenthal (hacia 1190 con anterioridad al año 1246), de actitud esencialmente parodística en su quehacer poético, y de Ulrich von Lichtenstein (1200-1276), que caricaturizó los tópicos del amor cortés y en cuyos supruche prevaleche la nota sarcástica.

lunes, 26 de febrero de 2018

13 LITERATURA EN LA EDAD MEDIA: PARTE III

LA LITERATURA TROVADORESCA 

Si convencionalmente suele declararse que en la Francia del norte fue donde alcanzó su pleno desarrollo la epopeya feudal, de la misma forma cabe afirmar que en la Francia del sur, en el Midi, nació la poesía lírica, que tuvo su apogeo con la llamada literatura trovadoresca, escrita en lengua provenzal.

Este tan claro deslinde no se da en la realidad entre ambas áreas lingüísticas (la de langue d'oc y la de langue d'oil) y sus respectivas manifestaciones literarias hubo un continuo trasvase y la poesía lírica surgió simultáneamente en las dos zonas. La qie sí se generó propiamente en el mediodía de Francia fue la poesía del amor cortés, la que tuvo en Bernat de Ventadorn y Arnaut Daniel sus más universales representantes. 

El primer poeta provenzal de obra conocida fue, sin embargo, Guillermo IX de Aquitania, conde de Poitiers, donde vivió la mayor parte de su vida, al igual que Cercamón, originario de Gascuña. Los poetas oriundos de Toulouse, pertenecen a la que se podría denominar la segunda generación, ya arraigada en Francia la poesía lírica, en la segunda mitad del siglo XII. 

La poesía cortés. La figura de la dama

Principal protagonista de esta lírica es la mujer sublimada en dama (domma, del latín domina, es decir, señora) y la relación de esta con el caballero cortés que ha de ser un leal enamorado (drutz). De ahí que la poesía cortés pueda tener tanto arraigo en la sociedad medieval como el cantar de gesta o chanson de geste. La lealtad del caballero respecto a la dama es la condición del mérito (pretz), de la fama (laus) y del gozo (joi). En torno a este esquema básico gira la modalidad más características: la cansó, la canción cortesana o la canción amorosa. Otras funciones cumplen otras modalidades: el sirventés ya citado, del que se beneficia un moralista tan agresivo como Marcabrú (con una producción fechada entre 1129 y 1150); el planh, o planto, que es lamento funerario; la postorela, y por último, los debates (con las dos variantes de la tensó y el parlimén).

Existen así mismo tres formas de "trovar"; el trobar leu –o trovar leve–, del que son exponentes Bernat de Ventadora (primera mitad del XIII), quizá el más célebre de los trovadores y el cantor por excelencia del amor cortés, y Jaufré Rudel, que canta el amor de lonh (el amor lejano, inaccesible, propio de esta lírica) el trobar clus  –o trovar oscuro, cerrado y difícil–, representado por Peire d'Auvergne y por Marcabrú y el trobar ric  –o trovar rico, caracterizado por su riqueza estrófica y abundancia de imágenes–, del que es un ejemplo Arnaut Daniel. 

No pueden dejar de citarse nombres como el de Bertrán de Born (hacia 1140-1215), que cultivó el sirventés y sólo dejó unas pocas canciones amorosas; Perire Vidal, notable por su humor e ironía en el tratamiento del tema amoroso; la condesa Beatriz de Dia, de la que se conservan un tensó y cuatro canciones; Folquet de Marseille, ya iniciador de un cambio de tono, forzado por las violentas circunstancias de la época, a la vez troador y obispo de Toulouse. 

Trovadores.

Los últimos trovadores que merecen destacarse son Perire Cardenal, que vivió aproximadamente entre 1190 y 1274 y dejó unas setenta composiciones en las que con gran vehemencia se dirige contra franceses y clérigos sin que su poesía deje de tener un acento fuertemente religioso, y Guiraut Riquier (segunda mitad del siglo XIII), que ensayó sin renovar los diferentes géneros poéticos con varia fortuna. 

Los goliardos 

Los goliardos o clérigos vagantes. El nombre "goliardo" se ha hecho derivar de gula, exceso que se achacaba a estos poetas errabundos, nombre del gigante filisteo Goliath, sinónimo entonces del mismo demonio. Errabundos no lo eran todos, pues entre los cultivadores pues entre los hombres de letras como el archipoeta de Colonia, que compuso una célebre Confesión de Golías, y Gautier de Chatillon, autor del poema épico Alexandreis al que se atribuye la Apocalipsis de Golías. 

Último testimonio de esta bohemia medieval, con versos de una sinceridad "desvergonzada" y en rebeldía contra toda clase de autoridad, sería Francois Villon en el siglo XV. En las composiciones goliardas va siendo desplazada la medida cuantitativa de la métrica clásica por el sistema silábico o acentual, que predominará en la poesía romance. 

Los goliardos. 

Materia de Bretaña

Con este nombre se conoce un conjunto de obras narrativas aparecidas en Francés a partir de la segunda mitad del siglo XII, en verso inicialmente y después en prosa. Recibió esta denominación de un trovero de Arrás, Jean Bodel, autor dramático (Jeu de saint Nicolas) y poeta, con el propósito de diferenciarlas de las adaptaciones vulgares de temas clásicos y de los cantares de gesta, incluyendo en ella tanto la Bretaña continental como la insular. 

Destinadas a la lectura de un público selecto y cortesano, estas obras tienen sus fuentes en tradiciones de los pueblos celtas (literatura y folklore) y en ellas se exalta, desfigurándola, la historia de bretones a través de la figura y de la corte del fabuloso rey Artús o Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda.

El rey Artús, la Mesa Redonda y los Doce Pares (sobrinos de Carlomagno) recibieron lo que podría denominarse el espaldarazo oficial con la obra del historiador inglés Geoffrey of Monmouth Historia Regum Britanniae (hacia 1135), con doce libros, nacida al calor de las obras de Beda el Venerable y de Nenio, donde se recogen antiguas tradiciones celtas y el testimonio  de documentos galeses hoy extraviados. 


En torno a la figura de este rey Arturo y de la leyenda del Santo Graal o Grial irán tejiendo los narradores de los siglos XII y XIII una corona de episodios fabulosos que darán la medida de su capacidad inventiva, alcanzando con Chrétien de Troyes(hacia 1135-1191) su techo creativo. Fue Chrétien de Troyes quien dio carácter propio a la materia y configuró sus principales temas y personajes en las novelas (romans), escritas entre los años 1159 y 1190. De entre ellas destacan las protagonizadas por Lancelot Li chevaliers de charrette (los caballeros de la carreta) y Perceval Li contes del Graal (Los cuentos del grial). 

De la producción precedente sobre este ciclo artúrico cabe señalar la novela sobre Tristán (entre 1150 y 1160), hoy perdida. Primeras manifestaciones conservadas del tema son los fragmentos de Béroul, un trovero anglonormando del fines del XII y de Thomas d'Anglaterre, también anglonormando, que respectivamente compusieron la versión "común", y la versión "cortés" de la leyenda de Tristán. 

Apenas algo posterior al episodio que constituye la Folie Tristan, tratamiento más original de la leyenda de Tristán e Iseo. También en torno a la misma época se sitúa su traducción al alemán, la historia de los amores de Tristán e Isolda se caracteriza por su inmediata humanidad, reflejo de una pasión más fuerte que la voluntad, la del Graal corresponde al ideal cisterciense de espiritualización de las caballerías y viene a convertirse en una gran alegoría cristiana (principalmente en La queste del Graal o La demanda del Graal). 

La novela caballeresca

De todo este conjunto de romans, surgirá la novela caballeresca y la novela en el sentido moderno del término. No se trata sin embargo, en ningún caso, de meras novelas o relatos de aventuras, con la intriga como principal centro de interés, sino que contienen (poseen una especie de alfabeto simbólico) alusiones y mensajes sólo inteligibles, es gran parte, para el oyente o lector de su tiempo.

También utilizaría la "materia de Bretaña" Marie de France, de la que sólo se sabe que una parte de su existencia transcurrió en Inglaterra y que su actividad literaria, para la corte de Enrique II, se desarrolló entre 1160 y 1190. En ella cristaliza un género: el laim El lai no es sino una narración, de muy variable extensión y de procedencia indiscutiblemente céltica, que recitaban o cantaban los juglares bretones acompañándose con una especie de arpa o cítara. 


Aunque se le considera un género menor, en manos de Marie de France el lai cobró un especial relieve por la gracia y la delicadeza con que aparecen tratados los temas, casi siempre de inspiración artúrica.

Entre otros autores figuran Jean Renart, que en Guillaume de Dole introdujo la novedad de intercalar fragmentos líricos y que parece vivió entre 1170 y 1250, y Gerbert de Montreuil, que lo imitó en el Roman de la Violette. En lengua provenzal se escribio la novela Jaufré (alrededor de 1225). 

12 LITERATURA EN LA EDAD MEDIA: PARTE II

LA ÉPICA ANGLOSAJONA

El inglés del que salió la lengua moderna se comenzó a formar después de la conquista normanda, que tuvo lugar en 1066, y no produjo ninguna obra literaria hasta después del reinado de Enrique II Plantagenet (1154-1189), que trajo consigo una segunda ola de influencia cultural francolatina. Las manifestaciones literarias que precedieron a este proceso histórico, antes de la conquista normanda, pertenecen al ciclo de la literatura anglosajona, presidido por la figura ilustre de Beda el Venerable (673-735). Esta literatura se desarrolló en diversos dialectos anglosajones en el periodo comprendido entre los siglos V y XI, cuando quedó marginada por la influencia anglonormanda. 

Con relación a la literatura inglesa propiamente dicha, aun cuando en muchos casos se la estudie en los orígenes de ésta, presenta unos rasgos propios bastante concretos, que la relacionan estrechamente con lo germánico y con lo escandinavo. En una primera etapa fue na literatura paramiológica (es decir, de dichos sentenciosos vulgarmente conocidos y difundidos), y sólo posteriormente produjo la que quizá sea su obra más importante: la epopeya o poema heroico Beowulf,  en versos aliterados, datado entre los siglos VIII y IX y conservado en un manuscrito del siglo X. Junto a Beowulf descuellan así mismo Battle of Maldun (Batalla de Maldun, hacia 991) y la denominada Crónica Anglosajona. Esta Anglo-Saxon Chronicle se comenzó a redactar en tiempos del rey Alfredo (871-901) y la enriquecieron diversos autores hasta 1154.

Beowulf.

Por otro lado, en los siglos XI y XII hubo también una literatura de expresión latina (Caedmon, Cynewulf) y francesa, que parece haber contribuido a la génesis y difusión de la llamada "materia de Bretaña". Entre sus cultivadores sobresalen los nombres de Geofrey of Monmouth (hacia 1100-1154) y de Robert Wace (hacia 1100-hacia 1174).

Geofrey de Monmouth es uno de los autores que con su Historia regum Britannieae y su Vita Merlini, o Prophetia Merlini , dio origen a la historia de Artús o Arturo, que constituiría el núcleo de la antes citada "materia de Bretaña".

LA ÉPICA CÉLTICA Y SUS ORÍGENES

Se llama literatura céltica al conjunto de las literaturas cultivadas por los pueblos celtas. Pese a la falta de unidad política de los diferentes pueblos que vienen a constituir la civilización celta, esta civilización evolucionó sobre un fondo común institucional, religioso, lingüístico, etc., sobre el que se edicaría después una tradición literaria en la que todos estos pueblos participarían (irlandeses, galeses, escoceses, bretones, etc.).

Quienes aglutinaron esta tradición folklórica y religiosa común fueron esencialmente las cartas profesionales de los druidas (ministros de la religión de la justicia), que según su función se adscribían a la clase de los bardos o poetas, de los adivinos, de los adivinos, etcétera.

La literatura, en cuanto expresión (no escrita sino oral hasta el periodo de la cristianización) de este fondo legendario común, así, sobre un conjunto de elementos maravillosos, con carácter a la vez religioso y mágico. Con técnica muy arcaica, fabricó mitos, fueron evolucionando, transformándose, incorporándose muchos de ellos a la literatura medieval europea en el más amplio sentido.

El hecho de la romanización que se produjo sobre todo en la Galia (los galos: rama continental de la familia celta), redujo de forma apreciable el área de la civilización celta o céltica y fraguó los cimientos sobre los que habían de formarse primero los pueblos, y , luego con ellos, las literaturas célticas modernas: Irlanda, País de Gales y Escocia, con la posterior incorporación de Bretaña.

Influencias clásicas orientales 

Tras el proceso de la cristianización (tardía pero pronto bien consolidada en Irlanda), las literaturas celtas, dotadas de nuevos mitos (rey Arturo, san Patricio, etcétera), asimilaron, así mismo, influencias clásicas y orientalesque les llegaron por la vía de la patrística. Las técnicas narrativas se remozaron: contribuyeron a ello la introducción del alfabeto latino, las influencias de las escuelas de las escuelas de retórica grecolatinas y la adaptación de la métrica utilizada en los cantos litúrgicos de la iglesia. En este periodo de la cristianización se da como rasgo característico la coexistencia dentro del contexto céltico de lo maravilloso ancestral.


Entre las producciones literarias que nos han legado los pueblos celtas se inscriben obras como los mabinogion (de la palabra mabinogi, instrucción para los jóvenes bardos), recopilación de los relatos medievales galeses que se conocen  a través de importantes manuscritos (el Libro blanco de Rhyddench, entre los años 1300 y 1325, y el Libro rojo de Hergest, que se sitúa entre 1375 y 1425) y la gra epopeya irlandesa del siglo VII que se titula Tain Bó Cuálgne (El ladrón cuatrero de Cooley). 




La bretaña

En el siglo VI, las invasiones sajonas trajeron consigo la emigración de gran número de celtas al continente (Armónica y Bretaña). Si bien la literatura bretona no alcanzó por entonces un notable desarrollo, sí actuó como transmisora de las leyes de los celtas que irían a nutrir la denominada "materia de Bretaña" y contribuyeron así al enriquecimiento de la literatura francesa.

Las primeras muestras de la literatura bretona no llegan hasta los siglos XV y XVI. En las letras galesas destaca la actividad de los gogynfeirdd (bardos profesiones, con estipendio o dádiva, al servicio de las grandes familias) y en las gaélicas el papel desempeñado por los filid (poetas de una cierta cultura). Escaso desarrollo tuvo la literatura córnica (la producida en Cornualles), que no tardó en quedar la sepultada  bajo la presión inglesa.

LA EPOPEYA FEUDAL EN FRANCIA

Fue en la época de las cruzadas cuando apareció la epopeya en la Francia del norte, la de Langue d'oil (uno de los dos grandes grupos de dialectos en que se escindió el latín de Galia, contrapuesto al de la langue d'oc). La más antigua y conocida es la Chanson de Roland –la geste que Turolde décline–, que con debatida aproximación se suele situar en 1065. Del Turolde citado, probablemente nunca se sabrá si fue el autor de la epopeya, el recitador o sólo el copista de la Chanson. Mientras en la Francia del sur estaba gestándose la eclosión de la poesía lírica, aun cuando, en realidad ésta nació simultáneamente en una y otra parte de Francia.


La épica románica: el cantar de gesta o "Chanson de Geste"

Se da el nombre de cantares de gesta (en francés chansons de geste), del latín "gesta" (esto es, "hechos", "hazañas"), a las epopeyas románicas o poemas épicos medievales divididos en estrofas o tiradas (unidades de composición) llamadas en francés laisses.

Tanto en torno a sus orígenes y a su contenido como en torno a su forma literaria se han producido fuertes divergencias entre los investigadores. Durante el romanticismo se consideraron los cantares de gesta como creaciones populares (hermanos Grimm), inspirándose los eruditos en las teorías del alemán Wolf sobre los poemas homéricos.

También se definieron estos cantares primitivos como cantilenas lírico-épicas, probablemente escritas en lengua germánica. Por esta teoría abogó Gaston Paris y los manuales de literatura insistieron en mantenerla hasta que otro sabio profesor, Joseph Bédier, sostuvo que en el principio de los cantares estuvieron las rutas de peregrinaje y los santuarios en que se acogía a los peregrinos que iban camino a Santiago de Compostela. Por último, ha venido a sugerirse que estos poemas épicos de la Edad Media no eran sino poemas, es decir, creación consciente del autor, invención poética, y por otra parte, también constituyen la transposición poética de una sociedad de traza nueva que, por primera vez, hallaba su expresión literaria.

Aparte de Chanson de Roland, a este ciclo épico francés pertenecen la Chanson de Guillaume, al que se ha identificado la figura histórica de Guillaume de Toulouse, Le couronnement de Louis, Aliscans, Aimeri de Narbonne, Le pélinage de Charles (donde la figura de Carlomagno aparece paródicamente encarnada en un anciano e inepto barón), Girart de Roussillon, La chelarie Ogier de Danemarche y Raoul de Cambrai, entre otros títulos.

A excepción de Le pelerinage de Charles, en alejandrinos, la mayor parte de los cantares de gesta franceses del siglo XII están escritos en estrofas decasílabos. Aunque los procedimientos literarios son muy variados, el más característico tal vez sea la antítesis. También desempeña una función importante el refrain o estribillo, factor que contribuye a dar trabazón (chainer, eslabonar) al poema.

A partir de 1165 se inició el declive de este género épico, reemplazado en el favor del público por la literatura novelesca de maravillas (ejemplarizada en la "materia de Bretaña") y por las novelas llamadas "antiguas" (como el Roman de Troie, de Benoit de Sainte-More, 1165-1170).

La Chanson de Roland: argumento y características

El argumento se funda esencialmente en un acontecimiento histórico: la expedición de Carlomagno a España y su fallido intento de tomar la ciudad de Zaragoza. En la retirada a Francia, la retaguardia del ejército imperial franco sufre una emboscada en Roncesvalles. En la lucha perecen Roland, su amigo inseparable Oliver y los pares de Francia, víctimas de la traición de Ganelón, que por odio hacia Roland se ha hecho cómplice de los sarracenos. Descubierta la felonía Ganelón es vencido y descuartizado. Finalmente cuando Carlomagno cree poder tomarse un merecido descanso, acude un ángel a anunciarle que tendrá que reanudar su eterna pelea contra las fuerzas del mal, representadas por los sarracenos. 

11 LITERATURA EN LA EDAD MEDIA: PARTE I

Sobre los jalones que delimitan ese periodo llamado algunas veces "oscuro" de la Edad Media existen muy diferentes criterios. Más acuerdo hay sobre los comienzos que sobre los finales. La edad Media se iniciaría así con las primeras invasiones germánicas y la consiguiente caída del Imperio romano de Occidente en el siglo V (hacia 476). En cambio, sus postrimerías se sitúan generalmente en torno a tres diferentes acontecimientos trascendentales: la caída de Constantinopla (actual Estambul) bajo el poder de los turcos en 1453, el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492 o los comienzos del movimiento de la Reforma en 1517.

Dada su extensión en el tiempo, suele hablarse una Alta Edad Media -que se caracteriza por la aparición del feudalismo- y de una Baja Edad Media, que tendría sus inicios en el siglo XI. Otros historiadores la presentan, así mismo, como un continuum, esto es sin solución de continuidad. Lo cierto es que tras las invasiones de los bárbaros surgió en Occidente una nueva sociedad, con una nueva aristocrafia y una nueva élite cultural, pero hasta que no cristalizó esta nueva sociedad descendió la cultura en general a un nivel bajísimo y permaneció largo tiempo improductiva, salvo aisladas excepciones o sobrevivió en los monasterios. 

CARLOMAGNO (768 - 814) 

Con la coronación de Carlomagno parecen producirse los primero síntomas de un renacer cultural, centrado concretamente en Aix-la Chapelle. Allí estuvieron un tiempo reunidos una academia literaria, un taller de artistas instalado en palacio y los mejores eruditos e investigadores de la época.

Sin embargo, la literatura de Roma se consideraba como una colección o muestrario de modelos de buen estilo latino y estudiaba con el principal objetivo de adquirir una determinada práctica en el uso de la lengua oficial. Ahora bien, la existencia de unos rasgos comunes en el campo de la cultura y de la literatura nos invitan a considerarlos reflejados individualmente en cada uno de los países que constituyen Occidente, tomando como punto de partida las obras que hasta donde cabe remontarse posibilitan el hablar de literatura originaria, autóctona. 

Con la Alta Edad Media y la implantación del sistema feudal, tuvo lugar un fenómenos calificado de "ruralización de la cultura", surgió una aristocracia feudal y cobraron gran importancia las rutas de las peregrinaciones. Si en el mundo antiguo el popular se inclinaba hacia los héroes y mitos, en la Alta Edad Media fueron los protagonistas los santos (cultivo de la hagiografía, o historia de las vidas de los santos) y héroes (predominio de la épica), sin rastros visibles del tratamiento sentimental de la emoción amorosa, que no aparecerá hasta generarse la literatura caballeresca, ya en los umbrales de la literatura burguesa. 
Coronación de Carlomagno. 


LA ÉPICA Y EL JUGLAR 

En el mundo romántico medieval el juglar, que sucede a los cantores de la corte de los siglos VIII y IX, en el transmisor oral de piezas literarias -textos, letras- en recitado o cantado y acompañado a menudo de instrumentos musicales. La actitud hostil de la clerecía, la decadencia de las pequeñas cortes y la competencia de los mismos determinaron la extinción del cantor cortesano, gradualmente reemplazado por el juglar vagabundo. 

El término juglar data de mediados del silo XI con la voz juglar se asocian las de albardán, bufón, mimo, ministril y goliardo, entre otras. Gracias a los juglares las obras literarias, anónimas o de autor desconocido, llegaban al público, al que en gran parte le estaba vedada su lectura. Y le estaba vedada no sólo a causa del analfabetismo entonces imperante, sino también por la rareza y el elevado coste del libro manuscrito.

Juglares de la Edad Media

El juglar de gestas (es decir, hecho gloriosos, sobre todo en acciones de guerra) tenía a su cargo la recitación de obras muy extensas, debía tener una buena memoria, y facilidad de improvisación. Por otro lado, no tenía que ser por fuerza un experto músico, pues la mlodía de las tiradas narrativas era monótona y bien sencilla. En el mundo germánico, ya en el siglo V, existían poemas sobre la muerte de personajes heroicos y puede decirse que en su seno florecen las primeras manifestaciones de una épica medieval. 


LA ÉPICA GERMÁNICA 

Ya Tácito, en su Germania, había registrado la presencia de cantos o cantares heroicos entre los germanos, que se dirigían al combate entonándolos. En el siglo V existían ya poemas sobre la muerte del rey de los ostrogodos Hermanarico, en 375, que constituyó un gran imperio entre el mar Negro y el Báltico.

De los temas del desastre de los burgundios y la leyenda de Hilda y de Brunilda nos han llegado noticias a través de la recopilación islandesa de los Edda (nombre de las dos recopilaciones más antiguas que se conocen de la literatura islandesa) y de las famosas sagas escandinavas. 

El primer tertimonio escrito de la épica germánica es el Hildebrandsiel (Cantar de Hildebrando), del siglo VII, que forma parte de un ciclo de leyendas y poemas surgidos en torno al rey Teodorico el Grande, que reinó sobre los ostrogodos entre 476 y 526.

Teodorico el Grande.

La incorporación de temas cristianos a la epopeya germánica se inició a partir del siglo XI con el poema Heliand (El Salvador), entre 822 y 840, además del Muspilli y de la Oración de Wessobrunn, obras escritas en el verso aliterado germánico. Paralelamente a esta producción cuyo carácter épico se va dulcificando, hay una literatura religiosa que tiene sus centros de creación en el monasterio de Fulda, presidido por la figura de Rabano Mauro, de donde sale hacia 830 la Harmonía de los Evangelios según Taciano, y en el convento alsacino de Weisenburg. En éste compuso el monje de Fulda Otfrid (el primer autor alemán de nombre conocido) otra versión, si bien rimada, de la Harmonía de los Evangelios.

En los siglos X y XI desapareció el alemán de los pergaminos y se impuso el latín (renacimiento otónida) Unica excepción: Notker de Sankt Gallen, que tradujo al alemán los salmos, a Aristóteles y Boecio. El espíritu de renovación de Cluny (1060-1170)dio luego vigencia a una literatura predominantemente edificante. Hubo, así mismo una épica profana de la que existen muestras en torno a los años 1130 y 1170. 

El cantar de los nibelungos

Los temas históricos inspiran otros poemas épicos como el Cantar de Alejandro (Alexanderlied), de 1150, obra de un clérigo de nombre Lampredcht; el Parzíval (hacia 1200-1210), de Wolfram von Eschenbach, muerto después de 1220 y el Tristan un Isolde, de Gttfried von Strassburg, inspirados ambos en la épica francesa. Otro poeta tan importante como los últimos es Hartmann von Aue (hacia 1165- hacia 1215) autor de Erec (hacia 1185) y de Iwein (hacia 1201). 

La tradición germánica genuida reaparece con el poema titulado Cantar de los nibelungos (Niebelungelied), entre 1200 y 1205, obra anónima en la que se juntan las leyendas de Sigfrido, Brunilda y el desastre los burgundios en la corte del rey Etzel (Atila). Otra leyenda, la de Hilda y Hagen, es refundida ampliamente en el Cantar de Gudrum (Gudrunlied) datado entre 1230 y 1240. Otros poemas posteriores de menos importancia, retoman primitivo material legendario germánico. 

Sigfrido

LA ÉPICA ESCANDINAVA 

Islandia

Con el nombre de Edda suelen designarse las dos recopilaciones más antiguas de la literatura islandesa: la Antigua Edda, o Edda poética, y la Nueva Edda, o Edda prosaica. Recibieron este nombre del erudito islandés Brynjolf Sweinsson en el siglo XVII. La primera Edda, transmitida por tradición oral, fue transcrita hacia 1270, y en ella se narra la vida de algunos dioses y héroes. La segunda Edda, en cambio, no es sino una especie de arte poética (dividida en tres partes) que hacia 1220 redactó Snorri Sturluson, erudito y poeta que nació al rededor de 1178 y murió asesinado en 1241. 

El ciclo temático de las composiciones heroicas la Antigua Edda guarda una estrecha relación con el que inspirará en la épica germánica el contenido del Cantar de los Nibelungos: sus raíces se remontan a las mitologías germánica y escandinava. Unos de sus más célebres poemas es el titulado Voluspá (La visión de sibila).

Noruega

Al mismo tiempo que en Islandia se producía la poesía de las Eddas, de la Antigua Edda más específicamente, en Noruega, entre los siglos X y XIII, florecía la poesía de los escaldos, poetas conscientes de estar haciendo literatura y que hacia el año 1000 desplazaron a los thulir o recitadores anónimos. El permanente trasvase entre Noruega e Islandia produjo, en el siglo X un género de epopeya en prosa que se ha bautizado "saga". 

"Saga", biografías con diálogos y aliteraciones, con genealogías y recuentos de litigios y peleas, es una palabra relaciona con el verbo alemán sagen que significa "referir", y con el inglés to say  que equivale a "decir". Estas sagas las fueron fijando en su molde narrativo las rapsodas o recitadores orales y en ellas se pretendía referir hechos reales, transmitir una crónica objetiva de hechos históricos lo más impersonalmente posible.

Los escandinavos crearon géneros como la cantilena épica, el panegírico o canción de alabanza (que nominaba drapa), los conjuros, etcétera, en contraste con la creciente complejidad del lenguaje poético de los escaldos, que rivalizaron en el empleo o invención de las kenningar (plural de kenning, un nombre técnico que podría parangonarse con el de metáfora, figura en general). 

Entre los títulos que nos han llegado de la primitiva literatura escandinava (lo que los ingleses denominan Old Norse, Old Scandinavian) cabe citar los de la Saga de Gunlaug Lengua de Serpiente (Gunlaug fue un poeta satírico que se prodigó en Noruega y en Inglaterra), la saga de Egil (Egil fue el más ilustre de los poetas precristiano), el Libro de los Reyes –del historiador Arti Thorgilsson (1067-1148) quizá más famoso por su Libro de Establecimiento– y la Gesta danorum, del poeta danés del siglo XII Saxo Gramático. De una gran riqueza, con difíciles problemas de interpretación, la literatura escandinava de esta época y más particularmente la islandesa, ocupa en cierta manera un lugar similar al de la literatura o literaturas célticas en el marco de la literatura occidental.

domingo, 25 de febrero de 2018

10 LITERATURA GRECOLATINA: SIGLOS I Y II DESPUÉS DE NUESTRA ERA

DE TIBERIO A MARCO AURELIO 

Se inicia este periodo con los reinados de las dinastías Julia (14-68) y Flavia (69-96), a las que sigue la de los Antoninos. Ya con el emperador Tiberio (14-68), al que Augusto no tuvo otro remedio que hacer heredero, se inició la decadencia en las letras en Roma. Las declamaciones y las lecturas públicas ocuparon un primer plano, se cultivaban géneros poéticos muy diversos y los escritores dieron primacía en sus obras al brillo exterior y a veces meramente retórico, distanciándose de la vida real y abandonando la imitación o el ejemplo de los modelos griegos. Por otro lado, la literatura traspasa las fronteras de Roma y se extiende a las provincias del Imperio: surgen autores procedentes de España o de África. 

La poesía, fábula, sátira y epopeya 

La fábula, que tiene su antecedente griego en la figura de Esopo, adiquirió carta de naturaleza en Roma con Fedro. Fedro, que vivió poco más o menos entre 15 antes de C. y 50 de nuestra era, llegó de Grecia a Roma en calidad de esclavo y fue emancipado por Augusto. 

Por algunas alusiones contenidas en su obra, lo persiguió e hizo condenar, no se sabe a qué pena, el favorito de Tiberio Sejano. Largo tiempo olvidado, la fama le llegó a Fedro tardíamente (su obra fue exhumada de un manuscrito a finales del siglo XVII). 

Componen toda su producción literaria cinco libro con un total de noventa fábulas en versos senarios yámbicos. Muchas de ellas proceden de Esopo, otras son más originales: cabe citar las tituladas "La zorra y la máscara", "El perro y el lobo", y "La zorra y el dragón". Para Fedro era, antes que nada, una sátira en forma de apólogo destinada a describir y a condenar los defectos humanos. 

Entre los poetas satíricos propiamente dichos descollaron Aulo Persio Flaco (34 - 62) y Décimo Junio Juvenal (entre 55 - 60 y hacia 138). El primero nació en Volterra (Etruria), de una familia ecuestre, y sobre pél ejerció gran influencia el filósofo estoico Anneo Conuto. Dejó al morir seis sátiras revisadas por su amigo Cornuto, en las que trata temas como los de los poetas ridículos o arcaizantes, la pereza o la vanidad de los nobles. Muy admirado en su tiempo, su estilo peca de artificioso y oscuro, si bien se ha elogiado la elocuencia tensa de sus versos. 

Juvenal y Marcial 

En cuanto y a Juvenal, se sabe que nació en Aquino y que en Roma declamó sus sátiras en lecturas públicas. Según uno de sus biógrafos, fue desterrado a Egipto, donde murió a avanzada edad. Más elocuente o declamador que poeta, publicó en orden cronológico 16 sátiras distribuidas en cinco libros. Junto a algunos versos que se han considerado admirables, muchos otros son puro acarreo retórico . Su fama data del siglo IV y alcanzó su mayor resonancia en la Edad Media. Modernamente se la ha valorado como poeta  de segundo orden, autor de algunas frases proverbiales. Máxima de Juvenal es la que reza mens sana in corpore sano. 

Aunque el epigrama no sea forzosamente satírico, cabe citar en este apartado el nombre de Marcial (entre los años 40 y 102). Nacido en Bilbilis (Calatayud), en la España Trraconense, marchó a Roma hacia el año 64. En busca de protección y amparo, fue un adulador del emperador Domiciano, del que sólo obtuvo títulos honoríficos. La generosidad de Plinio el Joven le perimitió regresar a su tierra natal, donde murió al poco tiempo. Para la inauguración del coliseo compuso el Libro de los espectáculos, colección de treinta y dos epigramas, obra a la que hay que agregar los dos libros de título griego Xenia y Apophoreta, publicados entre los años 84 y 85 y doce libros de Epigramas, el último de los cuales lo compuso ya de regreso en Bilbilis. Marcial destaca por sus dotes de observador, la alternancia de delicadeza y obscenidad, el remate (aguijonazo) de sus epigramas y la ausencia de retórica. Muy leído en Roma, su fama traspasó las fronteras del Imperio. 

La épica. Lucano 

Dentro de la poesía, la épica la cultivaron, entre otros, Marco Anneo Lucano (39-65), Valerio Flaco (autor de los Argonautas, en ocho libros, sobre tema ya tratado por Apolonio de Rodas), Silio Itálico (dejó la epopeya Púnica, sobre la segunda guerra púnica, formada por doce mil doscientos versos y diecisiete cantos) y Publio Papinio Estacio (compuso la Tebaida, poema épico sobre la rivalidad de Etéocles y Polinice, que dedicó al emperador Domiciano, y dejó sin terminar la Aquileida). 

De todos ellos el más destacado es Marco Anneo Lucano, sobrino del filosófo Séneca y originario de Córdoba. Ya en Roma, brilló muy pronto en las declamaciones griegas y latinas. Nerón lo nombró cuestor y augur, pero no tardó en caer en desgracia. Al descubrirse la conjuración de Pisón, en la que participó, Lucano se quitó la vida, dejando una numerosa obra (épigramas, tragedias, elogios e invectivas referentes a Nerón, etcétera).



Lucano debe sobre todo su fama a la epopeya que suele titularse Farsalia, aun caundo en los manuscritos figure bajo el epígrafe de Bellum civile. Prolijo en las descripciones, muy influido por las declamaciones oratorias, el poema fue muy estimado durante la Edad Media. 

La prosa. Tácito 

Figura relevante de este largo periodo es la de un historiador: Cayo Cornelio Tácito. Aunque carecemos de las fechas exactas de nacimiento y de muerte, cabe fijar la primera en torno al año 55 de nuestra era y la segunda alrededor del año 120. Era probablemente hijo de un caballero romano, Cornelio Tácito, que ocupó el cargo de procurator en Bélgica hacia el año 55, y se conjetura que nació en una provincia del norte de Italia. 

Frecuentó las escuelas de retórica, ejercitándose en la práctica de las célebres declamaciones, y recibió la influencia de la filosofía de los estoicos, que gozaba entonces en Roma de gran predicamento. Con fervorosa admiración de discípulo, escuchó a los grandes oradores de su tiempo. Marco Aper y Julius Secundus, impregnándose de sus consejos y enseñanzas. Adquirió temprana reputación de jurisconsultó elocuente y prudente, de lo que nos han transmitido su personal testimonio Plinio el Joven. 

En su producción se incluyen: Diálogo de los oradores, escrito hacia el año 81; Vida de agrícola, panegírico de su suegro que compuso ante la imposibilidad de pronunciar el elogio fúnebre del fallecido por encontrarse Tácito ausente de Roma; la Germanía, monografía en dos partes sobre las costumbres germanas, que compuso fundándose en informes orales directos y en la lectura de Plinio el Joven; las Historias, de las que se han conservado cuatro libros y una parte del libro V y que incluían los hechos acaecidos desde el año 69 (ya muerto Nerón) hasta el año 96 (asesinato de Domiciano y advenimiento de Trajano) narrados en catorce libros, y los Anales (Libri ab excessu divi Augusti), que según se deduce abarcarían desde la desaparición de Octavio Augusto el año 14 de nuestra era hasta el año 69, enlazado así con las Historias. Originariamente se compondrían los Anales de 16 ó 18 libros y con lagunas considerables han llegado hasta nosotros los libros:  I-VI  y XI - XVI. 

En política consideró el Imperio como algo necesario, aunque personalmente prefirió volver su mirada hacia el pasado. Mostró gran admiración por la virtud, pero en cuanto a moral y religión no se vinculó a ninguna escuela, a pesar del impacto que recibió del estoicismo en su juventud. 

Plinio el Viejo y Plinio el Joven 

Cayo Plinio Secundo, conocido como Plinio el Viejo, nació el 23 o 24 en Novum Comun y estuvo como oficial de Caballería en Germania y como procurador en España. Bajo el reinado de Tito fue jefe (almirante) de la flota de Misena. Murió víctima de su curiosidad científica al pretender observar de cerca la erupción del Vesubio que el año 79 sepultó Pompeya. 

Plinio el viejo escribió numerosas obras y llenó gran cantidad de cuadernos de notas a lo largo de una laboriosa existencia. De toda esta producción se ha conservado tan sólo la llamada Historia Natural , de nulo valor literario, pero depósito de noticias que en determinados casos poseen gran interés. Compilación enciclopédica en la que Plinio almacenó datos sin criterio particular alguno de selección. 

Plinio el Joven 


Sobrino de Plinio El viejo era Cayo Plinio Cecilio Secundo, llamado Plinio el Joven, nacido así mismo en Novum Comun hacia el 61 de nuestra era. Fue discípulo de Quintiliano y no tardó en alcanzar la celebridad como orador en el foro. 

Tribuno militar, prosiguió la carrera de los honores como cuestor (89 a 90, tribuno del pueblo y pretor bajo el reinado de Domiciano (81-96) , aunque su verdadera vocación fue la de hombre de letras. Falleció hacia el año 113, cuando desempeñaba el cargo de pretor en Bitinia y dejó como obra principal diez libros de epístolas o cartas en dos recopilaciones. Los libros I-IX son cartas dirigidas a sus amigos y contienen numerosos detalles sobre la vida del autor y la sociedad romana: el libro X comprende las cartas destinadas a Trajano desde Bitinia y en este aspecto constituyen un inapreciable documento sobre la administración de una provincia romana bajo el Imperio.


Plinio el Viejo

La filosofía: Lucio Anneo Séneca  

Máximo representante de la filosofía en el siglo I del Imperio es el cordobés Lucio Anneo Séneca, segundogénito de Séneca el Mayor o el Viejo. Nació en Córdoba hacia el año 4 antes de Cristo, pero se educó en Roma, donde ejerció por algún tiempo como abogado y fue posteriormente nombrado cuestor. Ya amenazado de muerte bajo el reinado de Calígula, una falsa acusación de Mesalina lo obligó a exiliarse en Córcega (41). En el año 49 lo hizo llamar Agripina para encargarle la educación de Nerón y en los primeros años del reinado de éste parece haber ejercido una beneficiosa influencia sobre él. Al perder esta influencia, Séneca se mantuvo entonces alejado de la corte. Implicado en la conjuración de Pisón, Nerón le ordenó quitarse la vida (65), lo que hizo con el estoicismo que no siempre preconizó consecuentemente. 

De Séneca se han conservado los monólogos reunidos bajo el título de Dialogorum libri XII, donde trata de definir cuestiones como la de la felicidad, la existencia del mal, el dolor, etcétera, según el enfoque de la escuela estoica; tratados como de De clemencia y De Beneficiis; las Cartas a Lucilo, donde se muestra la madurez del escritor en el tratamiento de temas parecidos a los de los diálogos. 

Se le atribuyen también nueve tragedias, de argumento griego, que son a la vez ejercicios de declamación y exposiciones o ilustración de la doctrina estoica, entre las que cabe citar Medea Fedra. De carácter satírico-burlesco es su Apocolocyntosis, donde trata con todo desenfado de la muerte del emperador Claudio, entreverando verso y prosa. 


La prosa narrativa. Inicios de la novela. 

Dos son los grandes prosistas narrativos, novelistas si se quiere, del periodo: Petronio y Apuleyo. De Petronio nada se sabe con certeza y sobre él se suele hacer referencia a la historia que cuenta Tácito en sus Anales acerca de un tal Petronio, originario de Marsella, predilecto de Nerón y procónsul de Bitinia, que ha empicado posteriormente en la conjuración de Pisón, ya citada anteriormente, se habría quitado la vida abriéndose la venas. 

Caabe la posibilidad de que sea este personaje el autor de la obra que aparece titulada en los manuscritos Petronii Arbitri Satiricon, el sobrenombre de arbiter puede derivarse del texto de Tácito donde se dice de aquél Petronio que fue el dictador o árbitro del gusto en la corte (elegantiarum arbiter). Favorecen la hipótesis las alusiones que hay en el Satiricón a hechos sucedidos durante los sucesivos reinados de Tiberio, Calígula y Nerón. Una parte considerable de la obra se ha perdido y la nutrida serie de fragmentos conservados suele agruparse en tres apartados titulados y presentados así: a) Ascilto (nombre de un personaje), capítulos I-XXVI; b) La cena de Trimalción, capítulos XXVII-LXXVIII, texto muy discutido en su origen, y c) Eumolpo, capítulos LXXIX-CXLL. Diferencias de estilo, de lengua y de psicología entre estas tres partes han suscitado la duda sobre la autoria del Satiricon. Modelo de realismo, se definen en unos párrafos el ideal artístico de Petronio que no sería otro que la sencillez, naturalidad y franqueza en la que van de lo cómico a lo trágico, de lo burlesco a lo patético, se describen las costumbres disolutas de la época con toda su crudeza y con una gran variedad de fórmulas expresivas. 

Junto con el Satiricón, destaca de ésta época la novela El asno de oro, obra de Apuleyo (hacia 124-después de 170). Oriundo de Madaura, estudió en Cartago y en Atenas, viajó por el Asia helénica, y tras una prolongada estancia en Roma donde ejerció como orador forense, regresó a Cartago. Acusado de haber empleado la magia, para defenderse en el proceso, compuso la Apología, único discurso judicial que se nos ha transmitido del Imperio.


Apuleyo - el asno de oro


Entre otros textos dejó un reasumen de la filosofía de Platón, una especie de disertación sobre los demonios o el demonio de Sócrates. Sin embargo, el que mayor interés ofrece es Las metamorfosis o El asno de oro: es la historia del joven Lucio que al querer transformarse en pájaro se equivoca de ungüento y se ve convertido en asno. Tras una serie de vicisitudes, entre las que se intercala el célebre cuento de Psiquis y Cupido, Lucio recobra la forma humana y es iniciado en los misterios de Isis primero, en los  de Osiris después. Escenas de crudo realismo, delicadas descripciones y hasta efusiones místicas que se entremezclan en el relato. El autor no duda en introducir en la obra pasajes enteros de novelas griegas, según la técnica eclectista al parecer muy poco corriente en la época. 


DESDE MARCO AURELIO HASTA LA CAÍDA DEL IMPERIO DE OCCIDENTE 

Desde el emperador Marco Aurelio que reinó entre 161-180, hasta la caída del imperio de occidente, que se produjo en 476, la cultura de Roma fue ampliando sus fronteras al tiempo que hacia su aparición el fenómeno del cristianismo. Pronto surgió frente a los escritos de los defensores del paganismo una literatura de carácter apologético, que daría sus frutos hasta llegar a los padres de la iglesia. 

La poesía. Desde Comodiano hasta Prudencio 

La literatura como genuina creación cede en general el paso a la poesía, que se define más bien por la habilidad en la versificación de quienes la cultivan. Junto al poema anónimo Pervigilium Veneris, en versos septenarios trocaicos, es decir, "la velada de las fiestas de Venus" , aparecen, dentro de lo que se denominará poesía profana, figuras como las de Rufo Festo Avieno, De. Magno Ausonio, Claudio Claudiano, Rutilio Namaciano, Terenciano Mauro, y Nemesiano.

De Rufo Festa Avieno se sabe que procedía de Etruria y que fue dos veces procónsul. Compuso en verso de dos obras de geografía: Descriptio orbis terrae (Descripción de la tierra) y Ora marítima (Riberas del mar). 

De D. Magno Ausonio fue discípulo el emperador Graciano Ausonio vivió entre 310 y 395 y escribió los poemas descriptivos Idilios, uno de ellos dedicado al descenso de Mosela desde Tréveris hasta el Rin, Valioso documento es el epistolario que intercambió con Paulino de Nola, biógrafo de san Ambrosio. 

De Alejandría era oriundo Claudio Claudiano (370-408), que utilizó en sus escritos el griego y el latín. Protegido de Estilicón en Roma, le dedicó el poema De Bello getico, dejó algunos poemas mitológicos (Del rapto de Proserpina), ácidos epigramas, panegíricos y epitalamios. 

A Claudio Claudiano se le estima como uno de los últimos poetas clásicos, al igual que a Rutilio Namaciano, de origen galo, y prefecto en Roma en 414. El viaje de retorno a su patria, por vía marítima, le inspiró los versos De reditu suo, donde inserta dos invectivas: la una contra los judíos, la otra contra los monjes.

Cuatro églogas y el poema Cynegetica (sobre la caza) constituyen el legado de Nemesiano, africano de Cartago, mientras que de Terenciano Mauro se sabe que escribió en verso sobre gramática y métrica. También en verso está compuesta la única comedia (siglo IV) conservada en latín, dejando aparte el teatro de Plauto y de Terencio: se trata del Querolus, continuación de la Aulularia de Plautoen versificación popular, próxima a la prosa rimada. Muy estudiados en la época carolingia fueron los Dicta Catonis, preceptos de moral en hexámetros dactílicos. 

Clasicismo y cristianismo 

Tras la paz de la iglesia (en 313) apareció la necesidad de verter en los moldes y en la métrica clásicos los sentimientos inspirados en la nueva fe del cristianismo y por mucho tiempo los modelos de la poesía cristiana serán Virgilio, Horacio y Ovidio. 

Poeta cristiano es así mismo Meropio Pontino Paulino (entre 353 y 431), también conocido por san Paulino de Nola, originario de Burdeos y de discípulo de Ausonio, del que destacan los Carmina natalitia (en honor de san Félix) y las epístolas que dirigió a su maestro Ausonio y San Dámaso (366-384), primer papa, según parece, que practicó la literatura en latín, autor de inscripciones en verso grabadas en monumentos diversos. Destaca también Sidonio Apolinar (431-487), nacido en Lyon, que llegó a ser prefecto de Roma (468) e hizo los panegíricos de varios emperadores antes de ser elegido obispo de Arverna (Clermon-Ferrand) hacia 472. Tras una etapa en que compuso poemas mitológicos o bien los panegíricos citados, se adentró en una temática del todo cristiana (epitafios, inscripciones, etc.).

Aparte de su obra poética (veinticuatro composiciones), se conservan ciento cuarenta y siete Cartas suyas en nueve libros, valioso documento sobre la Galia y la época que reflejan

Existen tambiénn varios poemas cristianos del siglo IV que se han mantenido anónimos y entre los que cuentan la plegarias Laudes Domini (ciento cuarenta y ocho hexámetros) y el poema compuesto de ochenta y cinco dísticos titulado De ave Phoenice.

En esta misma época alcanzó notable difusión un género nuevo: el centón. Así, por ejemplo, la poetisa Proba dejó un centón virgiliano (unos setecientos versos hecho únicamente de otros versos o de fragmentos de versos tomados de Virgilio y transferdos a la historia bíblica). De igual modo están compuestos los dos centones Tityrus y De verbi incarnatione. 

San Paulino de Nola

La historia y la elocuencia 

En el campo de la historia merece citarse la recopilación Historia Augusta, con biografías de emperadores (desde Adriano  hasta Carino), escritas por diversos autores que tomaron a Suetonio como modelo. De gran valor para los siglos II y III, aunque de escasa calidad literaria, entre aquellos que colaboraron se cuentan Flavio Vopisco y Lampridio. 

A Amiano Marcelino, nacido en Antioquia hacia el año 340, se debe una obra de historia, en treinta y un libros, que abarca desde la muerte de Domiciano (96) hasta la muerte de Valente a manos de los godos (378). Lo que se ha conservado (pérdida de los trece primeros libros) refleja el propósito de imparcialidad contrapesado por el excesivo papel de la retórica en los otros discursos. 

Otros historiadores: Julio Obsequens (Los prodigios, sobre epítome Tito Livio), Aurelio Victor (autor de Liber de Caesaribus) y Eutropio.

A san Jerónimo (entre 347 y 420) corresponde una traducción y prolongación de la Crónica del griego Eusebio (desde el nacimiento de Abraham hasta la muerte de Valente), además de tres biografías edificantes (vidas de los monjes Paulo, Hilario y Malco) y una de De viris ilustribus (392), con breves noticias de escritores cristianos de los cuatro primeros siglos de la era. 

En lo tocante a la a la elocuencia, una recopilación de panegíricos de retores galos y la obra de Q. Aurelio Símaco (entre 345 y 405), defensor de las tradiciones vinculadas al paganismo, son lo más digno de relieve. De Macrobio Teodosio han llegado hasta nosotros un comentario al Sueño de Escipión de Cicerón y unos diálogos titulados Saturnales, sobre cuestiones de gramática, no carentes de interés filosófico. Si no original, la obra de Macrobio Teodosio es una provechosa fuente de enseñanzas. Entre los jurisconsultos sobresalen Papiniano (Quaestiones y Responsa) y el compilador Ulpiano.

La prosa cristiana: Primer periodo 

La primera lengua que utilizó el cristianismo en expansión fue el griego, pues en una etapa inicial se incrementó su difusión por Oriente con las apologistas y no adoptó finalmente el latín hasta llegar a África: en estas provincias de Roma se forjó una lengua cristiana de Occidente.

Si el poeta de origen español C. Vetio Aquilino Juvenco puso en hexámetros el Evangelio hacia el año 330, Cipriano, otro versificador, hizo lo mismo con la Biblia. Por otra parte, está la figura singular de Comodiano, al que se considera cronológicamente el primer poeta del cristianismo. Dejó dos libros de Instrucciones (poemas en acrósticos) y sus Carmen apogeticum. 

Sin embargo, se estima como el más grande poeta de la literatura latina cristiana a Aurelio Prudencio Clemente y natural de Calahorra o de Zaragoza. Fue retórico y abogado y ocupó cargos destacados en la administración provincial y en la corte hasta decidió dedicarse a la poesía. Se le atribuyen cerca de veinte mil versos y entre ellos se incluyen una colección de himnos reunidos en el Liber Cathemerinon (esto es, "Libro de las ocupaciones cotidianas") y las catorce odas, sobre santos españoles y romanos, del Liber Peristephanon (coronas poéticas en alabanza de los mártires). Poesía lírica de gran vigor y colorido, con ritmos muy varios, peca de prolijidad y de monotonía. Entre sus fragmentos más conseguidos se ha señalado el de la descripción del martirio de santa Eulalia en el Liber Peristephanon citado. De su poesía didáctica y polémica sobresalen Apoteosis, Hmartigeneia, Contra Símaco, Psychomachia y cuarenta y nueve cuartetos que forman Ditoochaeon. 
De este periodo, en que la nueva fe se consolida ya, habría que destacar a C. Septimo Florens Tertuliano (entre 150 y 160 hacia 222) , natural de Cartago, que destacó como escritor de primer plano por su dominio de la lengua y del razonamiento, y fue autor del célebre Apologeticum en defensa de los cristianos perseguidos, junto a diversas obras apologéticas (Ad nationes, en dos libros, 197), dogmáticas y polémicas (De spectaculis, hacia el año 200; De corona, tratado en el que consideraba la vida militar como incompatible con la fe del cristianismo).

Sobresalen también Minucio Félix, originario de África y abogado famoso en Roma, que en forma de diálogo compuso el Octavius, apología del cristianismo que el mismo Minucio Felix expone en conversación amistosa con otros dos personajes: Octavio, que ya es cristiano y Cecilio, en el papel de pagano al que seduce el discurso que le dirige Octavio; Tascio Cecilio Cipriano, conocido por san Cipriano, obispo de Cartago, discípulo de Tertuliano y víctima del edicto de persecución decretado por el emperador Valeriano en el 258, entre cuyas obras destacan las Cartas; Arnobio (segunda mitad del siglo III), que en los siete libros de Adversus nationes (Contra los paganos) explicó las razones para adoptar el cristianismo como religión con el platonismo como trasfondo filosófico; y por último, L. Cecilio Firmiano, conocido por Lactancio, nacido hacia 250, que tuvo la ambición de plantear el cristianismo como sistema filosófico en Instituciones divinas (Divinae Institutiones), con un estilo ciceroniano, y que sostuvo la idea de un Dios colérico frente a la injusticia en De ira Dei y De mortibus persecutorum.

Con lactancio concluye concluye el primer periodo de la literatura cristiana, coincidente, en parte al menos con el final de la era de las persecuciones. 

La prosa cristiana: Segundo periodo 

El final de la era de las persecuciones y el afán de rivalizar en la creación literaria produjeron obras de una estimable calidad artística y destinadas, en un primer término, a mantener la unidad de la fe frente a las herejías mediante el fortalecimiento y profundización del cuerpo dogmático y el estudio de los orígenes del cristianismo.

Descollaron en este campo, al lado del papa Dámaso (entre 305 y 384), autor de inscripciones en verso que se grabaron en Templos y monumentos, figuras como la de san Hilario, primer "doctor" de la Iglesia latina, san Ambrosio, san Jerónimo y san Agustín. En el cultivo de la investigación histórica brillaron Sulpicio Severo, Paulo Orosio y Salviano. 

A san Hilario (mediados del siglo IV), que fue obispo de Poitiers, su ciudad natal, se deben comentarios de las Escrituras, el tratado De Trinitante (Sobre la Trinidad), destinado a combatir la herejía arriana sostenida por el emperador Constancio, y una serie de himnos dogmáticos  para contrarrestar los efectos de la himnología arriana. En su obra recibió san Hilario la influencia de Quintiliano, cuya lectura frecuentó. 

En cuanto a Aurelio Ambrosio (330-397), conocido por san Ambrosio, ostentaba un alto cargo en Milán cuando arrianos y ortodoxos lo hicieron obispo el año 374. Tuvo gran influencia sobre el emperador Teodosio. En su producción literaria coadyuvó a la creación de una poesía litúrgica popular (con himnos como Veni  Redemptor gentium) y dejó obras de exégesis (Hexámetron, sobre los seis días de la creación), tratados de moral (Sobre los deberes de los sacerdotes, en tres libros), sermonarios y oraciones fúnebres (elogio de san Agustín) y obras de carácter dogmático. 

Trabajador incansable de una vasta cultura, fue san Jerónimo (340 o 350-420), nacido en Estridón (Dalmacia) y discípulo en Roma del gramático Elio Donato. Su obra magna son las traducciones de la Biblia. Tras un arduo esfuerzo de preparación, entre 391 y 405 llevó a cabo la traducción de todos los libros del Antiguo Testamento. Esta versión halló fuerte oposición y no se impuso definitivamente hasta el concilio de Trento, en el siglo XVI. 

Durante varios años hizo vida de anacoreta en un desierto de Oriente, fue luego secretario y consejero del papa Dámaso, ya citado, quien le encargó revisar el texto latino de la Biblia. Principal representante del ascetismo cristiano, se dedicó a la dirección espiritual y a su labor de traducción y se vio envuelto los últimos años en distintas querellas teológicas. 

De Sulpicio Severo cabe señalar una Vida de un san Martín, obispo de Tours y una Crónica en la que resume la historia del mundo hasta llegar al siglo V, en un estilo próximo a Salustio y a Tácito. 

El español Paulo Orosio prosiguió la obra de san Agustín y dejó siete libros Contra los paganos (Adversum paganus) y a Salviano, sacerdote de Marsella, corresponde la paternidad del tratado Sobre el gobierno de Dios (De gubernatione dei)
Finalmente, capítulo aparte merece Aurelio Augusto o san Agustía, uno de los espíritus singulares y notables de los inicios del cristianismo, cuya vida y obra se exponen a continuación: 

San Agustín "Confesiones", "La ciudad de Dios" 

Oriundo de Tagaste (Numidia), cursó estudios de retórica y fue profesor de esta materia en Tagaste y luego en Cartago. Se adhirió primero al maniqueísmo (la vida es una lucha entre el Bien y el Mal) y estuvo más tarde en Roma y en Milán. La doble influencia de san Ambrosio y de la Biblia determinó su conversión al cristianismo (386). Se bautizó y se ordenó sacerdote ya de vuelta en África. Fue consagrado obispo de Hipona (Bona) en 396. La instrucción de su grey y la refutación de las herejías ocuparon sus últimos días. 

La lectura del Hortensius (tratado de Cicerón) le sirvió de introducción a los estudios de filosofía. Después de una etapa de maniquea, se convirtió al escepticismo de la llamada Academia nueva y de ahí lo llevaron sus inclinaciones hacia el neoplatonismo, umbral de su conversión al cristianismo. 

Su producción literaria es enorme e incluye obras filosóficas, morales y dogmáticas, un tratado sobre la música y más de 200 cartas-opúsculos. De todo este legado despuntan particularmente tres títulos en los que parece haber puesto la máxima atención san Agustín: los Soliloquios (entre  396 u 387) y La ciudad de Dios. 



Los Soliloquios es una de las obras que san Agustín compuso entre su conversión y su bautismo: en los dos libros que los constituyen subyace el debate íntimo entre el propio Agustín y la razón.
Si en los Soliloquios se ponen en juego los mecanismos de la dialéctica para hacer resaltar el papel que desempeña la gracia divina, en las Confesiones, autobiografía que consta de trece libros, se evidencia su capacidad para el autoanálisis psicológico. En sus páginas expone para edificación del lector la tesis de que su conversión religiosa fue debida más al triunfo del don de la gracia que al esfuerzo personal. Los tres últimos capítulos del libro, con el que se parangonarían más tarde las Confessions de Jean Jacques Rousseau, son una meditación sobre la creación y el tiempo y sobre el conocimiento de la trinidad a la luz de la biblia y del alma. 
En De civitae Dei, o La ciudad de Dios, traza san Agustín su visión de la historia: a lo largo de ésta se desarrolla la pugna entre la "ciudad de Dios", formada por todos aquellos a quienes mueve el amor de la caridad, y la que llama "ciudad del mundo", integrada por cuantos se dejan dominar por el egoísmo. Intento de síntesis cristiana, componen La ciudad de Dios veintidós libros. En ella se manifiesta la aspiración a una sociedad cristiana, ideal de la Edad Media occidental, ya en crisis en el mundo antiguo. De esta visión de las dos ciudades (concepción filosófico-teológico de la historia universal) extraerían más tarde su inspiración diferentes utopías (Moro, R. Bacon, Campanella, etc.). También, por una vía controvertible se apoyará en esta idea el teocratismo político medieval, que producirá sus efectos en los siglos siguientes con la monarquía de derecho divino.